Palabras en lanzamiento
En primer término agradezco a Guillermo Ward por la confianza que ha depositado en mí para que presente hacia la comunidad el libro EL TRUCO IMAGEN Y ALMA DEL ARTE DEL TRANSFORMISMO, 128 páginas de un oficio que nos dice Guillermo “es poco conocido y quienes lo realizan lo hacen con vocación y pasión como cualquier arte que se respeta”, develar este arte en Iquique es la tarea que se propusieron los autores.
Transformista se llama así al artista que basa sus actuaciones en los cambios de traje y caracterización de sus personajes, Guillermo Ward y Carlos Carpio nos invitan a reconocer la presencia de este oficio y de un arte de la feminización, el cambio de un hombre a una mujer, a decir del psicólogo Ricardo Espinoza “este ritual hace transitar una identidad masculina a una identidad femenina”, en la región de Tarapacá, en Iquique, el gran puerto del Norte Grande, el de los barrios, de las calles estrechas de un pasado peruano, de las múltiples culturas y de lenguas unidas por un pasado común, unidos en mucho casos por la migración, hombres y mujeres llegados de las más diversas latitudes en el Chile centenario, y de las más distintas regiones del mundo, en un tiempo que la región fue la matriz del sustento de la nación. Este pasado está presente hoy en el Iquique del bicentenario, una ciudad plena de contrastes y de una belleza singular, lo cual le otorga esa identidad tan propia, el ser de Iquique.
Transformista se llama así al artista que basa sus actuaciones en los cambios de traje y caracterización de sus personajes, Guillermo Ward y Carlos Carpio nos invitan a reconocer la presencia de este oficio y de un arte de la feminización, el cambio de un hombre a una mujer, a decir del psicólogo Ricardo Espinoza “este ritual hace transitar una identidad masculina a una identidad femenina”, en la región de Tarapacá, en Iquique, el gran puerto del Norte Grande, el de los barrios, de las calles estrechas de un pasado peruano, de las múltiples culturas y de lenguas unidas por un pasado común, unidos en mucho casos por la migración, hombres y mujeres llegados de las más diversas latitudes en el Chile centenario, y de las más distintas regiones del mundo, en un tiempo que la región fue la matriz del sustento de la nación. Este pasado está presente hoy en el Iquique del bicentenario, una ciudad plena de contrastes y de una belleza singular, lo cual le otorga esa identidad tan propia, el ser de Iquique.
“Iquique es una de las capitales más alegres de Chile y de costumbres muy diversas á las de las demás de la República, quizás por haberse desprendido en época no muy lejana, del gobierno de la rivera del Rimac, conservando como es natural sus hábitos y tradiciones tan orijinales y simpáticas….El objetivo fundamental de sus habitantes…es procurarse la mayor suma posible de placeres desterrando de su espíritu todas las preocupaciones y contrariedades. …en Iquique se vive en perpetuo carnaval”, lo decía Francisco Javier Ovalle allá por 1908.
El carnaval de Iquique es el gran transformismo. Toda la ciudad, y especialmente los barrios antiguos, como el Morro y el Matadero, tienen no sólo la oportunidad, sino la necesidad de la transformación, de lo masculino a lo femenino, de la vida cotidiana a una locura temporal e intensa, de los rostros limpios a las caras y cuerpos pintados, de la seriedad a la alegría, la ruptura de la rutina y sobre todo el término, el fin de un ciclo, como la vida misma. El carnaval es una pequeña muerte y un renacer simbólico, y eso es esencialmente femenino, pero que no lo provee la mujer sino el hombre, el hombre transformado en fémina, como nos cuenta Ayumi Destrucción que en el año 2007 “me vestí de geisha asesina….Era una geisha como de dos metros y medio…” (pág. 103) .
(1) Parte del texto que corresponde a la presentación pública del libro. Trabajo realizado por la historiadora, señora Orietta Ojeda, Directora del Museo Regional de Iquique.
En las solapas del libro
La memoria olvida con facilidad, como a veces el olvido es sinónimo de no existencia: Desde mi perspectiva de psicólogo y teatrista ha sido una constante rescatar de la memoria colectiva el arte fugaz del teatro, para registrarlo sin juicios ni prejuicios. El transformismo es poco conocido, y quienes lo realizan lo hacen con vocación y pasión como cualquier arte que se respeta, por tanto fue necesario fotografiarlo para que exista y conversarlo para conocer al ser humano más allá de la imágenes, sin trucos, en un cara a cara con la realidad. Guillermo Ward Gómez La fotografía en busca de lo humano y del sentido: Nativo de estas latitudes y criado entre huiro y erizos; de temprana edad recorrió la pampa y la precordillera. Se interesó por la fotografía en la adolescencia y a fines de los setenta se asocia con otro colega e inician la aventura fotográfica en el mundo del laboratorio a color; tiempo en que la forma de aprendizaje para esta alquimia de la luz, eran a través de la experimentación: del acierto y del error; sin centros de formación académica de la disciplina con la literatura disponible sólo en un idioma extranjero, y alguno que otro filtrado de algún veterano en el oficio. Profesionalmente formado en diferentes técnicas y temáticas, a comienzo de los 2000 migra de los haluros a los pixeles; humanista, vaqueano y aventurero, ha hecho de la fotografía una manera diferente de mirar y de buscar el sentido y lo humano. Carlos J. Carpio Legarda.
Reflexiones sobre El Truco
por Francisco Leal
Psicólogo,
Director de la Escuela de Psicología.
Universidad de Tarapacá, Iquique
Psicólogo,
Director de la Escuela de Psicología.
Universidad de Tarapacá, Iquique
Una página tamaño oficio, cuarenta y ocho líneas. Esas fueron las reglas para escribir esta presentación de “El Truco”. Con tanta generosidad de espacio, descarté de plano comentar sobre los artículos, escritos cada uno desde una disciplina por un docto representante de la misma, lo que me vino muy bien, pues no soy erudito para comentar a los especialistas. Opté por dejarme llevar por las entrevistas, y me surgió, casi imponiéndose, nuestro mundo “postmoderno” relatado en las vivencias de los entrevistados. Aquí van mis cuarenta y ocho líneas después de la lectura inicial.
Un solo fenómeno -el truco del transformismo- pero múltiples realidades emergen desde las entrevistas que nos presenta Guillermo Ward en este libro. Desde quien fue violado “y le quedó gustando” hasta el actor que lo utiliza meramente como recurso escénico, pasando por travestis, transgéneros, transexuales, gays, el criado entre puras mujeres, el deportista, el que tiene recuerdos del Iquique que recuerdan los iquiqueños y el recién llegado, el estudiante, el vendedor, el cocinero, la prostituta y la bailarina, el devoto de San Lorenzo y otros que se me escapan: suficientes como para darse cuenta de que la imagen de “la loca” que suele asociarse al transformismo esconde una diversidad tan amplia como el género humano.
Como nuestro mundo de hoy, cada día más globalizado y más estandarizado en la superficie, pero con diferencias tan grandes apenas sumergidos en la realidad o en las realidades, ya que hay tantas realidades superpuestas, como las múltiples ventanas que puedes tener abiertas en el “chat”, incluso quizás con identidades distintas en cada una. La complejidad de nuestro mundo, en que lo virtual es una realidad más, ha hecho tambalear todas las certezas construidas socialmente. El género, la autoridad, el deber ser, todas las convenciones que orientaban la crianza, las relaciones, los acontecimientos vitales, las definiciones del ser y el hacer, no sólo han quedado relativizadas, sino que, mucho más profundamente, han quedado cuestionadas en sus bases y su lógica. ¿Qué es verdad, si “una se viste por primera vez de mujer y se ve mejor que una mujer”?, ¿Qué es más verdadero, el que soy o el que quiero ser? ¿El que preparo para la función o la sesión de Chat, o el que se pregunta si vale la pena hacer el show? ¿El que la gente ve, o el que la gente quiere ver?
En este mundo de hoy, todos somos un poco transformistas. Todos jugamos con las identidades, o estamos obligados a hacerlo en alguna medida. La búsqueda de identidad, tan característica del siglo pasado, parece haber mutado hace rato en construcción de identidad, lo que de, por sí, ya es más trabajo; pero no se trata sólo de una, sino de múltiples, diversas identidades, tanto en el ser social, nuestro colectivo, como en el ser individual, el “¡heme aquí!” de cada uno, las que estamos compelidos a construir.
Por eso, este libro, que parece hablar de un fenómeno tan particular como especial, en realidad nos acerca metafóricamente -y a ratos, ni tan metafóricamente- a fenómenos bastante más universales y gravitantes en nuestra cotidianeidad. Responder quién soy, quiénes somos, es una cuestión al mismo tiempo apremiante e imposible en nuestros días, en que las posibilidades no sólo de hacer, sino de ser, se abren y cambian a cada momento. En medio de esta confusión, casi no parece casual que la última frase de la última entrevista haya sido: “Después llego a la casa a dormir como soy yo realmente”.
Un solo fenómeno -el truco del transformismo- pero múltiples realidades emergen desde las entrevistas que nos presenta Guillermo Ward en este libro. Desde quien fue violado “y le quedó gustando” hasta el actor que lo utiliza meramente como recurso escénico, pasando por travestis, transgéneros, transexuales, gays, el criado entre puras mujeres, el deportista, el que tiene recuerdos del Iquique que recuerdan los iquiqueños y el recién llegado, el estudiante, el vendedor, el cocinero, la prostituta y la bailarina, el devoto de San Lorenzo y otros que se me escapan: suficientes como para darse cuenta de que la imagen de “la loca” que suele asociarse al transformismo esconde una diversidad tan amplia como el género humano.
Como nuestro mundo de hoy, cada día más globalizado y más estandarizado en la superficie, pero con diferencias tan grandes apenas sumergidos en la realidad o en las realidades, ya que hay tantas realidades superpuestas, como las múltiples ventanas que puedes tener abiertas en el “chat”, incluso quizás con identidades distintas en cada una. La complejidad de nuestro mundo, en que lo virtual es una realidad más, ha hecho tambalear todas las certezas construidas socialmente. El género, la autoridad, el deber ser, todas las convenciones que orientaban la crianza, las relaciones, los acontecimientos vitales, las definiciones del ser y el hacer, no sólo han quedado relativizadas, sino que, mucho más profundamente, han quedado cuestionadas en sus bases y su lógica. ¿Qué es verdad, si “una se viste por primera vez de mujer y se ve mejor que una mujer”?, ¿Qué es más verdadero, el que soy o el que quiero ser? ¿El que preparo para la función o la sesión de Chat, o el que se pregunta si vale la pena hacer el show? ¿El que la gente ve, o el que la gente quiere ver?
En este mundo de hoy, todos somos un poco transformistas. Todos jugamos con las identidades, o estamos obligados a hacerlo en alguna medida. La búsqueda de identidad, tan característica del siglo pasado, parece haber mutado hace rato en construcción de identidad, lo que de, por sí, ya es más trabajo; pero no se trata sólo de una, sino de múltiples, diversas identidades, tanto en el ser social, nuestro colectivo, como en el ser individual, el “¡heme aquí!” de cada uno, las que estamos compelidos a construir.
Por eso, este libro, que parece hablar de un fenómeno tan particular como especial, en realidad nos acerca metafóricamente -y a ratos, ni tan metafóricamente- a fenómenos bastante más universales y gravitantes en nuestra cotidianeidad. Responder quién soy, quiénes somos, es una cuestión al mismo tiempo apremiante e imposible en nuestros días, en que las posibilidades no sólo de hacer, sino de ser, se abren y cambian a cada momento. En medio de esta confusión, casi no parece casual que la última frase de la última entrevista haya sido: “Después llego a la casa a dormir como soy yo realmente”.
por Guillermo Ward G.
Una constante en la historia de la humanidad ha sido vestirse con ropas del otro sexo, habiendo distintas razones para anclarse con fuerza en el seno de la cultura occidental, tenemos el caso de la Monja Alférez Catalina de Erauso (1592-1650) o de Charles Geneviève Louis Auguste André Timothé Éon de Beaumont conocido como Chevalier d´Eon (1728-1810) que parte de sus vidas la vivieron travestidos para engañar a sus adversarios o ser espías en busca de la justicia. En nuestra realidad contemporánea las decisiones para vestirse de mujer o de hombre de manera distinta a lo que corresponde a la identidad social y cultural son más complejas, van desde transgredir la imposición social de género al más intimo placer, hasta el recurso laboral de una profesión de actor o cómico.
El travestismo es un sustantivo usado para referirse a personas de sexo masculino o femenino (en el menor de los casos) que ocasionalmente adoptan los modismos culturales como maquillaje, vestimenta, gestos, forma de hablar que convencionalmente se le asignan al sexo contrario, relacionándose esta conducta si o no con la identidad sexual, siendo así su permanencia o transito en lo artístico o en lo patológico, según sea el caso definido por la cultura imperante.
Distintas culturas han incorporado esta práctica como una expresión artística, en el teatro de la antigua Grecia, renacentista, kabuki japonés (onnagatas) o la ópera tradicional China donde los actores masculinos representaban roles femeninos. Situación que cotidianamente en la actualidad vemos en el cine con el uso de recursos tecnológicos las metamorfosis son sorprendentes, donde los actores por requerimientos del guión se deben “envestir” de un rol, para volver a “nacer” como mujer, travesti, transexual o transformista.
Encarnar el rol de otro sexo en el campo de la representación teatral con códigos muy distintos al cine, sin caer en amaneramientos burdos es considerado un trabajo difícil y complejo en la actuación. La construcción del personaje recurrirá de elementos externos (vestuario, pelucas, etc.) e internos (actitud, emociones) para hacer creíble el papel. Si el personaje está bien construido el público apreciará a un actor embebido en el rol o simplemente una caricatura, como ocurre generalmente en programas televisivos. A veces se potencia el personaje cuando el actor es gay complementando su expresión; o haciéndolo banal para mantener oculta su homosexualidad.
El trabajo que se presenta en este libro se desliga del mundo del teatro y de actores, trata del transformarse sin requerimientos del guión o de un director, se sitúa en el mundo “under”, de los transformistas de las discos y bares alternativos de la ciudad de Iquique, Chile; con historia y presencia por décadas ocultos en las casas de putas, donde el mariconcito hacía fonomimia de una cantante vestido de mujer, remontándonos a esos bares europeos del año veinte imitando a la Dietrich, hoy es a Madonna.
El transformismo es una habilidad que no poseen todos quienes se dedican al espectáculo nocturno, es un arte que necesita de los trucos de mago para esconder o hacer aparecer, ya no palomas, ni naipes sino fisonomías y anatomías en lugares inexistentes per natura. El transformista conoce muy bien su cuerpo, dedica tiempo al espejo, sabe donde llenar con esponjas, donde hundir o aplanar con huincha scotch, cuantas pantys necesita para esconder los vellos de las piernas, como respingar la nariz, la textura del jabón humedecido para desaparecer las cejas o usar el stick fick, y sabe como “hacerse el truco” para no dañarse los genitales o evitar el bochorno en el escenario. Es el ritual de un mago pero con el poder de Dios para autocrearse cada fin de semana, naciendo ellas, bellas unas otras “de miedo”, que caminarán, hablarán, se vestirán y evidentemente no se llamarán como ellas.
Pareciera que para ponerse un nombre propio hay razones más profundas en el hecho de transformarse, de dejar de ser para ser desde mi propia voluntad. Hay un nuevo bautizo de la imagen que aflora con las luces, donde todos los gatos son negros, una identidad que se enfrenta a sus orígenes pampinos, aymaras, mapuches, chilenos, por que nadie en el mundo del transformismo se llamará María Pérez, Juana González, ni usará apellidos Mamani, Huitrilao, Millán, Caucoto o Condori.
En los dos años que he sido observador in situ para llevar a cabo este proyecto, me he dado cuenta que para los transformistas el autocrearse y las neo identidades son un arduo trabajo, tienen que saber y conocer a los artistas, cantantes, actrices, su historia, deben admirarlos para imitarlos, ojala a la perfección. Así luego de buscar y dialogar consigo mismo les nacerá esa mujer inalcanzable, de nombre y apellido rebuscado, el que mejor les acomoda, un seudo alter ego de fantasía con mucha verdad, que les sirve de apoyo y les da seguridad. Esta es sólo la 1º parte del artículo, completo se encuentra en el libro.
El travestismo es un sustantivo usado para referirse a personas de sexo masculino o femenino (en el menor de los casos) que ocasionalmente adoptan los modismos culturales como maquillaje, vestimenta, gestos, forma de hablar que convencionalmente se le asignan al sexo contrario, relacionándose esta conducta si o no con la identidad sexual, siendo así su permanencia o transito en lo artístico o en lo patológico, según sea el caso definido por la cultura imperante.
Distintas culturas han incorporado esta práctica como una expresión artística, en el teatro de la antigua Grecia, renacentista, kabuki japonés (onnagatas) o la ópera tradicional China donde los actores masculinos representaban roles femeninos. Situación que cotidianamente en la actualidad vemos en el cine con el uso de recursos tecnológicos las metamorfosis son sorprendentes, donde los actores por requerimientos del guión se deben “envestir” de un rol, para volver a “nacer” como mujer, travesti, transexual o transformista.
Encarnar el rol de otro sexo en el campo de la representación teatral con códigos muy distintos al cine, sin caer en amaneramientos burdos es considerado un trabajo difícil y complejo en la actuación. La construcción del personaje recurrirá de elementos externos (vestuario, pelucas, etc.) e internos (actitud, emociones) para hacer creíble el papel. Si el personaje está bien construido el público apreciará a un actor embebido en el rol o simplemente una caricatura, como ocurre generalmente en programas televisivos. A veces se potencia el personaje cuando el actor es gay complementando su expresión; o haciéndolo banal para mantener oculta su homosexualidad.
El trabajo que se presenta en este libro se desliga del mundo del teatro y de actores, trata del transformarse sin requerimientos del guión o de un director, se sitúa en el mundo “under”, de los transformistas de las discos y bares alternativos de la ciudad de Iquique, Chile; con historia y presencia por décadas ocultos en las casas de putas, donde el mariconcito hacía fonomimia de una cantante vestido de mujer, remontándonos a esos bares europeos del año veinte imitando a la Dietrich, hoy es a Madonna.
El transformismo es una habilidad que no poseen todos quienes se dedican al espectáculo nocturno, es un arte que necesita de los trucos de mago para esconder o hacer aparecer, ya no palomas, ni naipes sino fisonomías y anatomías en lugares inexistentes per natura. El transformista conoce muy bien su cuerpo, dedica tiempo al espejo, sabe donde llenar con esponjas, donde hundir o aplanar con huincha scotch, cuantas pantys necesita para esconder los vellos de las piernas, como respingar la nariz, la textura del jabón humedecido para desaparecer las cejas o usar el stick fick, y sabe como “hacerse el truco” para no dañarse los genitales o evitar el bochorno en el escenario. Es el ritual de un mago pero con el poder de Dios para autocrearse cada fin de semana, naciendo ellas, bellas unas otras “de miedo”, que caminarán, hablarán, se vestirán y evidentemente no se llamarán como ellas.
Pareciera que para ponerse un nombre propio hay razones más profundas en el hecho de transformarse, de dejar de ser para ser desde mi propia voluntad. Hay un nuevo bautizo de la imagen que aflora con las luces, donde todos los gatos son negros, una identidad que se enfrenta a sus orígenes pampinos, aymaras, mapuches, chilenos, por que nadie en el mundo del transformismo se llamará María Pérez, Juana González, ni usará apellidos Mamani, Huitrilao, Millán, Caucoto o Condori.
En los dos años que he sido observador in situ para llevar a cabo este proyecto, me he dado cuenta que para los transformistas el autocrearse y las neo identidades son un arduo trabajo, tienen que saber y conocer a los artistas, cantantes, actrices, su historia, deben admirarlos para imitarlos, ojala a la perfección. Así luego de buscar y dialogar consigo mismo les nacerá esa mujer inalcanzable, de nombre y apellido rebuscado, el que mejor les acomoda, un seudo alter ego de fantasía con mucha verdad, que les sirve de apoyo y les da seguridad. Esta es sólo la 1º parte del artículo, completo se encuentra en el libro.
por Martín Marcou (1)
Cuando tenía diez años, con un amigo de la misma edad, saqueábamos el guardarropa de mi madre. Me crié en un diminuto pueblo de la Patagonia Argentina, situado en la zona Centro de la provincia de Santa Cruz. Las tardes se convertían en una fiesta, y la ausencia de mi progenitora, convertía mi casa con pisos de madera, en el terreno fértil para el show. Nos fabricábamos pelucas con sábanas, y volvíamos glamorosos los vestidos y polleras. Nos colocábamos medias color carne, escondíamos nuestros genitales entre las piernas, y los apretábamos con bombachas de la pequeña hermana de mi amigo. Nos maquillábamos como podíamos, y nos subíamos a los tacos que aparecían en el sótano, a veces viejos, a veces sin usar. Siempre taco aguja o botas, nunca zapatos bajos. Poníamos música en un grabador y hacíamos la mímica del tema elegido para la ocasión, actuando para un público imaginario, que nos ovacionaba, que nos pedía más, pero al que nunca le éramos indiferentes. Algunas de las presentaciones, después de algunos meses de perfeccionar nuestros esfuerzos por brillar, finalmente las hicimos frente a algunos niños del barrio, con repercusiones y reacciones diversas, pero siempre escondidos en la habitación de mi madre, con la puerta cerrada con llave, con adrenalina en el cuerpo y con el temor a ser descubiertos.
El tiempo pasó y las presentaciones se fueron volviendo esporádicas, hasta esfumarse. Dejamos de transformarnos o nos transformamos en otra cosa. La vida, el peso de los años y de mi historia me convirtieron en un actor y director de teatro. Mi amigo se quedó en el pueblo, y mutó en travesti.
De ese tiempo me queda el olor que se desprendía de la ropa. Los estallidos de música y color en el ambiente. La alegría infantil de lo espontáneo, natural, rico e inmenso del descubrir con mirada de niño, y el impacto del miedo a pensar que estaba haciendo algo que podría condenarme. Ponerme ropa de otro sexo y jugar a ser distintas mujeres, era un acontecimiento íntimo, espiritual, y sanador. ( Es sólo una parte del texto original)
1.- Martín Marcou, argentino, es actor y director de teatro y cine. Sus propuestas teatrales y de dramaturgia están centradas en temáticas de género. Creador y gestor cultural argentino comprometido con las “minorías” ha estado dos veces en Iquique en el marco del Festival de Teatro y Danza Findaz (2007-2008) con propuestas teatrales que pone en valor al ser humano como tal. http://www.portaldedramaturgos.com.ar/martinmarcou
El tiempo pasó y las presentaciones se fueron volviendo esporádicas, hasta esfumarse. Dejamos de transformarnos o nos transformamos en otra cosa. La vida, el peso de los años y de mi historia me convirtieron en un actor y director de teatro. Mi amigo se quedó en el pueblo, y mutó en travesti.
De ese tiempo me queda el olor que se desprendía de la ropa. Los estallidos de música y color en el ambiente. La alegría infantil de lo espontáneo, natural, rico e inmenso del descubrir con mirada de niño, y el impacto del miedo a pensar que estaba haciendo algo que podría condenarme. Ponerme ropa de otro sexo y jugar a ser distintas mujeres, era un acontecimiento íntimo, espiritual, y sanador. ( Es sólo una parte del texto original)
1.- Martín Marcou, argentino, es actor y director de teatro y cine. Sus propuestas teatrales y de dramaturgia están centradas en temáticas de género. Creador y gestor cultural argentino comprometido con las “minorías” ha estado dos veces en Iquique en el marco del Festival de Teatro y Danza Findaz (2007-2008) con propuestas teatrales que pone en valor al ser humano como tal. http://www.portaldedramaturgos.com.ar/martinmarcou
APORTES Y CONVERSACIONES
Son diferentes miradas y formas de enfrentar el tema de la sexualidad relacionada con el transformismo. Desde la historia, el lenguaje y las ciencias sociales vamos dando cuerpo a un diálogo que queremos se retome a nivel de familia, que sea un aporte a la educación y al conocimiento fundamentado del ser humano.
por Patricio Rivera O.
Historiador y académico de las universidades
Historiador y académico de las universidades
Arturo Prat y Bolivariana de Iquique.
Desde la ciencias sociales y la historia las temáticas de las otredades sexuales o el “otro”, surge desde la época de Aristóteles, señalando la diferencia entre los seres humanos en caracteres de superiores e inferiores. Pero en el sentido del mismo sexo en este caso el masculino, los estudios de los homosexuales, han avanzado considerablemente en el siglo XX. Para Tzvetan Todorov (1) el otro debe ser sometido como inferior, porque se aleja del Bien. En este sentido, el Bien, aplicando a Todorov; es el comportamiento heterosexual, considerado como la moral perfecta del cristianismo medieval. Según Michel Foucault (2) el pecado y el deseo “se centra en la carne como eje de la estructura pecaminosa que oculta y castiga el deseo”, en una operación que el autor denomina hipótesis represiva (Michel Foucault,1976). Por tanto el sexo pasa a ser una norma y hasta es objeto del derecho considerando su lenguaje y literatura sexual como escandalosa. Tal vez por ello, el éxito del “doble sentido” de las palabras y de programas televisivos en sociedades como la chilena, censura histórica al tema de la sexualidad, por la impronta cristiana-católica barrocal, de América Latina. Además del sexo, la temática de la homosexualidad es desviada de la humanidad por la medicina y la psiquiatría que consideran a los homosexuales y lesbianas como perversiones sexuales, siendo observados, pauteados y perseguidos desde el Derecho. La homosexualidad era parte de la justicia penal como jurisdicción de un crimen contra natura, presente en Chile hasta el siglo XX. En términos sociales, la homosexualidad ha sido objeto de invisibilidad hasta la actualidad, a pesar de los avances de sociedades modernas que aún luchan por un reconocimiento -no sólo social-, sino jurídico, como el caso de uniones conyugales y tenencia de hijos. En Chile, el caso de la jueza Atala marcó un hito por la socialización de la temática lésbica. Pero esta conducta represiva no es histórica, si tenemos en cuenta que la homosexualidad era tolerada en épocas prístinas en el mundo Hélenico, estos llamados por lo romanos, como “griegos antiguos"(3), quienes reflejan una actitud amorosa por el cuerpo, en forma especial por el masculino. Un rasgo negativo de esta actitud, era que marginaba aquellos niños que estaban impedidos o eran poco atractivos, a menudo eran abandonados para que murieran o se ofrecían en sacrificio a los dioses. En esta sociedad de masculinización corpórea no era extraño que los hombres expresaran comentarios sobre el atractivo de otros hombres, -tal como hoy hacen las mujeres- En parte, esta razón por la fascinación física del sexo masculino era ampliamente tolerada por los hombres mayores -que ya habían tenido hijos- y en los jóvenes antes del matrimonio. (Blumenfeld y Raymond 1988: 155) Sin embargo, hoy y después de milenios del mundo helénico-romano, pasando por las homosexualidades toleradas en las amistades particulares de la época medieval, -que en ocasiones manifestaba ambigüedades en las conductas individuales y colectivas de los hombres-, se debe considerar que en nuestro Iquique (Chile) el caso es distinto. “Iquique tierra de campeones y de maricones” (¿eslogan?) es la frase que cada iquiqueño ha debido sufrir más de una vez en su ethos masculino, principalmente de sus rivales geográficos, -como los ariqueños- que aflora tanto en eventos deportivos, como en reuniones sociales. Ambas percepciones, -filtros de una realidad regional y localista-, ha dado la fuerte identidad de los nortinos con su territorio espacial, como es el desierto, la pampa y el mar, como con el medio mental. A modo de ejemplo, es el nacionalismo que se expresa cotidianamente en desfiles cívico-militares y cultos seculares: en Arica con el día 7 de junio y en Iquique con el 21 de mayo. En los dos casos, son cultos de masculinidad, la mujer es ocultada, es invisible; son gestas de hombres y de virilidad guerrera, por tanto, este factor de virilidad es manifiesto en la mentalidad nortina. A ello se agrega la virilidad de la gesta social con las faenas de la época salitrera y sus heroicidades, como la Matanza de la Escuela Santa María. Es más, hasta la Cantata de la Escuela de Santa María de Luis Advis, como señala Bernardo Guerrero (2007) “tiene un sesgo machista” en una de sus canciones, es el hombre quien convence a la mujer, -“Vamos partamos a la ciudad, no hay que dudar (…) confía ya vas a ver”-Además, las ocupaciones laborales del norte han sido primarias en términos económicos. Estas actividades extractivas, modelaron un nortino rudo que se impone a la naturaleza agreste y la conquista en términos espaciales y sociales, hasta la actualidad. El caso de la transformación de los faldeos de la cordillera de la costa de Iquique en una comuna, como Alto Hospicio, determina una conquista del espacio. En la historia del norte, aparecen trabajadores y labradores de cerros costeros, como los guaneros de los siglo XIX y XX, a ellos se agregan los trabajadores de las oficinas salitreras, más los tripulantes pesqueros del siglo XX y hoy los obreros especializados de las compañías mineras. El texto en su versión completa se encuentra en el libro. El texto en su versión completa se encuentra en el libro. (1) Torodov Tzvetan, (2003). La Conquista de América. El problema del otro (Trad. Flora Botton), Siglo XXI Editores, México.
(2) M. Foucault, (1976) Historia de la sexualidad I. La voluntad de saber. Siglo XXI Editores.
(3) Joseph Fontana, (1998) Europa ante el Espejo. Editorial Crítica. España.
(2) M. Foucault, (1976) Historia de la sexualidad I. La voluntad de saber. Siglo XXI Editores.
(3) Joseph Fontana, (1998) Europa ante el Espejo. Editorial Crítica. España.
Del idioma al mito
por Jaime Campusano (1)
Académico
Académico
Geolecto es toda palabra que brota del territorio e impregna a sus habitantes dándoles un glosario específico de términos que son exclusivos de su geografía natal, es decir: todas esas expresiones y giros que se dan en el entorno telúrico, social y cultural.
Iquique, tiene mucho que aportar en esta materia respecto a la forma distintiva de aproximarse a lo que actualmente todos equilibramos con la elegante, menos ofensiva y hasta cariñosa voz: gay. Nuestros abuelos, en época de esplendor salitrero, hablaban de los “manfroditas” cada vez que se referían a los afeminados de los burdeles; seguramente dicho término se gestó en la repetición incomprensible de hermafrodita que algún retórico culto echó a rodar por la pampa, pero de boca en boca, la unión de Hermes y Afrodita se alejó del mito griego y como chilenismo tal palabra fue además sinónimo de “esa clase de bichos raros” a los que se podía golpear, con legítimo e intrínseco “derecho”, sólo por el hecho de ser una “mezcolanza” y no hombres enteros. “El campanillero” vino a dignificar en parte el trato indigno, pues tenía por oficio ser el “maricón de la puerta”, el que anunciaba con manifiesto bullicio la llegada al burdel de la clientela que con los años y ya abajo en el puerto, manifestaba cierta simpatía por el “hombrecillo adamado” que además cantaba, bailaba y solía vestir de bataclana sólo para el número de vaudeville, dándose así los primeros pasos al travestismo.
Por los años cuarenta se masificó llamarle “nuco” y hasta “maricón nuco” tanto al homosexual como a quien cometía actos impropios de un amigo fiel, abriéndose para siempre la posibilidad lingüística que también fuera maricón el traidor, el mentiroso, el canalla o todo el que cometiera algún acto ligado a la deslealtad. Como antes con hermafrodita, también se dio con “nuco” una deformación idiomática, pero no una especie de parónimo como en el caso anterior, si no un metaplasmo de supresión inicial que quitó a eunuco su primera sílaba; obvio, era mucha cultura como para arrastrar con tantas letras sin sospechar siquiera que la etimología del “nuco” estaba entre lejanos e inofensivos castrados cuidadores de hembras de un imaginario y sicalíptico harem.
A mediado de los cincuenta, el cantante argentino Mario Clavell lanzó un salvavidas al hombre homosexual de las clases media y alta a través de su bayón titulado “Carlos María” donde el chansonier de América empatizaba con un afectado muchacho cuyo nombre dio un apelativo nuevo (Carlos María), pero esta vez exclusivo para los “pitucos” invertidos; este último término, propio de la gente que apelaba a un “detalle” freudiano para dar a entender que se trataba de gente con su sexualidad al revés. Es sólo una parte del texto original.
Iquique, tiene mucho que aportar en esta materia respecto a la forma distintiva de aproximarse a lo que actualmente todos equilibramos con la elegante, menos ofensiva y hasta cariñosa voz: gay. Nuestros abuelos, en época de esplendor salitrero, hablaban de los “manfroditas” cada vez que se referían a los afeminados de los burdeles; seguramente dicho término se gestó en la repetición incomprensible de hermafrodita que algún retórico culto echó a rodar por la pampa, pero de boca en boca, la unión de Hermes y Afrodita se alejó del mito griego y como chilenismo tal palabra fue además sinónimo de “esa clase de bichos raros” a los que se podía golpear, con legítimo e intrínseco “derecho”, sólo por el hecho de ser una “mezcolanza” y no hombres enteros. “El campanillero” vino a dignificar en parte el trato indigno, pues tenía por oficio ser el “maricón de la puerta”, el que anunciaba con manifiesto bullicio la llegada al burdel de la clientela que con los años y ya abajo en el puerto, manifestaba cierta simpatía por el “hombrecillo adamado” que además cantaba, bailaba y solía vestir de bataclana sólo para el número de vaudeville, dándose así los primeros pasos al travestismo.
Por los años cuarenta se masificó llamarle “nuco” y hasta “maricón nuco” tanto al homosexual como a quien cometía actos impropios de un amigo fiel, abriéndose para siempre la posibilidad lingüística que también fuera maricón el traidor, el mentiroso, el canalla o todo el que cometiera algún acto ligado a la deslealtad. Como antes con hermafrodita, también se dio con “nuco” una deformación idiomática, pero no una especie de parónimo como en el caso anterior, si no un metaplasmo de supresión inicial que quitó a eunuco su primera sílaba; obvio, era mucha cultura como para arrastrar con tantas letras sin sospechar siquiera que la etimología del “nuco” estaba entre lejanos e inofensivos castrados cuidadores de hembras de un imaginario y sicalíptico harem.
A mediado de los cincuenta, el cantante argentino Mario Clavell lanzó un salvavidas al hombre homosexual de las clases media y alta a través de su bayón titulado “Carlos María” donde el chansonier de América empatizaba con un afectado muchacho cuyo nombre dio un apelativo nuevo (Carlos María), pero esta vez exclusivo para los “pitucos” invertidos; este último término, propio de la gente que apelaba a un “detalle” freudiano para dar a entender que se trataba de gente con su sexualidad al revés. Es sólo una parte del texto original.
(1) Jaime Campusano T. , es profesor y comunicador social, iquiqueño de nacimiento. Se ha especializado en nuestro idioma y su uso. Tiene varios libros publicados, programas radiales y de televisión.
Sobre rosado o azul
por Ricardo Espinoza Tapia
Psicólogo - Doctor © en Psicología Social
Universidad Autónoma de Barcelona
Psicólogo - Doctor © en Psicología Social
Universidad Autónoma de Barcelona
El diccionario de la Real Academia Española define a la palabra “Truco” como una de las habilidades que se adquieren en el ejercicio de un arte, oficio o profesión. Asimismo, plantea que se refiere a un artificio para producir determinados efectos en el ilusionismo, en la fotografía o en la cinematografía. Sin embargo, al buscar la etimología del término en diccionarios de lengua Italiana, uno de sus significados predominantes se refiere a “Maquillaje”. Este uso del habla nos remite a un punto de partida, a la vez que metáfora, más comprensivo y reflexivo sobre un arte, oficio, modo de vida y -para algunos- profesión, que hoy nos convoca.
Para hablar de transformismo como manifestación o fenómeno sociocultural en la sociedad contemporánea, sin duda alguna podríamos partir desde la historia del teatro. Recordemos que en la Grecia clásica los actores solamente podían ser hombres, quienes interpretaban distintos personajes, incluidos mujeres, ancianos y niños. Más tarde, durante el apogeo del reinado de Isabel I en Inglaterra, y posteriormente, Jacobo I, podemos encontrar que las mujeres llegaron a representar roles masculinos, utilizando el disfraz como medio de equívoco y confusión, lo que también veremos en el denominado “Siglo de Oro” de la comedía española. Pero no desarrollaré esta vertiente de análisis del transformismo, más bien, me interesa indagar en el transformismo como expresión de la cultura Gay-Lésbico-Transexual (en adelante, GLT).
Hablar de transformismo nos conduce a la indagación de experiencias que dan cuenta de un sinnúmero de secretos ocultos en el maletín de quien ejerce el rol de transformista: un ritual de transformación, la idolatría hacia un ícono o personaje, un oficio del cual no existen manuales sino que se aprende en el competitivo mundo de la imitación, como así también, un camino bordado por las no tan brillantes lentejuelas de la creación de un personaje hecho para otros, el cual, muta según las necesidades de su público o se desdibuja, siendo despojado de sus colores, para ser reemplazado por la cotidianeidad luego de cada interpretación.
El “Truco” -denominación que da nombre a este proyecto- en la cultura GLT encierra uno de los secretos fundamentales del transformista y una de las incógnitas que más impugnan a la sociedad. El truco en la jerga GLT consiste precisamente en disfrazar la genitalidad que la naturaleza proporciona a un cuerpo masculino y en este ritual hace transitar una identidad masculina a una identidad femenina que nos puede resultar impactante, increíble, grotesca o incómoda, a la vez, o por separado.
Quien se transforma omite atributos de su masculinidad para exagerar lo femenino en una puesta en escena exagerada -parodia hiperbólica de género en las discusiones teóricas sobre el tema- que recurre a los imaginarios que nuestra sociedad ha constituido como propio de las corporeidades e identidad femenina: cánones de belleza contemporáneos, personajes que se han transformado en íconos de sensualidad en nuestra cultura a través del cine, la moda y la música popular, y que además nos hablan de lo que creemos “puramente” patrimonio de lo femenino. Esta es sólo una parte del texto completo que se encuentra en el libro.
Para hablar de transformismo como manifestación o fenómeno sociocultural en la sociedad contemporánea, sin duda alguna podríamos partir desde la historia del teatro. Recordemos que en la Grecia clásica los actores solamente podían ser hombres, quienes interpretaban distintos personajes, incluidos mujeres, ancianos y niños. Más tarde, durante el apogeo del reinado de Isabel I en Inglaterra, y posteriormente, Jacobo I, podemos encontrar que las mujeres llegaron a representar roles masculinos, utilizando el disfraz como medio de equívoco y confusión, lo que también veremos en el denominado “Siglo de Oro” de la comedía española. Pero no desarrollaré esta vertiente de análisis del transformismo, más bien, me interesa indagar en el transformismo como expresión de la cultura Gay-Lésbico-Transexual (en adelante, GLT).
Hablar de transformismo nos conduce a la indagación de experiencias que dan cuenta de un sinnúmero de secretos ocultos en el maletín de quien ejerce el rol de transformista: un ritual de transformación, la idolatría hacia un ícono o personaje, un oficio del cual no existen manuales sino que se aprende en el competitivo mundo de la imitación, como así también, un camino bordado por las no tan brillantes lentejuelas de la creación de un personaje hecho para otros, el cual, muta según las necesidades de su público o se desdibuja, siendo despojado de sus colores, para ser reemplazado por la cotidianeidad luego de cada interpretación.
El “Truco” -denominación que da nombre a este proyecto- en la cultura GLT encierra uno de los secretos fundamentales del transformista y una de las incógnitas que más impugnan a la sociedad. El truco en la jerga GLT consiste precisamente en disfrazar la genitalidad que la naturaleza proporciona a un cuerpo masculino y en este ritual hace transitar una identidad masculina a una identidad femenina que nos puede resultar impactante, increíble, grotesca o incómoda, a la vez, o por separado.
Quien se transforma omite atributos de su masculinidad para exagerar lo femenino en una puesta en escena exagerada -parodia hiperbólica de género en las discusiones teóricas sobre el tema- que recurre a los imaginarios que nuestra sociedad ha constituido como propio de las corporeidades e identidad femenina: cánones de belleza contemporáneos, personajes que se han transformado en íconos de sensualidad en nuestra cultura a través del cine, la moda y la música popular, y que además nos hablan de lo que creemos “puramente” patrimonio de lo femenino. Esta es sólo una parte del texto completo que se encuentra en el libro.
por Ana Gavilán
Matrona, experta en sexologia
y académica de la Universidad del Mar, Iquique.
Desde la sexología, son varios los puntos de vista desde donde se puede estudiar el transformismo como hecho: uno, podría ser que la gente que hace transformismo este dudosa o se rebele contra las identidades sexuales impuestas. Desde esa perspectiva se lucha por una igualdad de identidad y ya no es la lucha entre hombres, mujeres o homosexuales, es por una igualdad. La otra manera, que puede verse es desde la homosexualidad, personas que no puede sacarla a luz por una serie de motivos, tienen temor a mostrarse o que los reconozcan como tales, entonces pueden usar el transformismo para mostrarse desde esta perspectiva. Otro punto de vista es desde el rol masculino, como un actor o asumir una identidad sexual. Si nos transportamos a la historia de la sexualidad, en Grecia la mujer no era bien mirada, tenía otro status y los hombres cumplían roles sexuales tanto de mujeres como de hombres, porque el hombre estaba en otro nivel. Lo mismo pasaba en la cultura china, donde no se podría hablar de un transformismo si no de actuación, de hacer el papel. Ahora hay dos posibilidades si nos arremetimos a todo lo que es sexualidad como tal, considerando la escala de Kinsey, de 0 a 6, donde 0 es una fuente homosexual y 6 una fuente heterosexual o al revés, que con el tiempo se puede ir variando, -no es tan así que uno tenga una identidad tan marcada-. Son dos extremos y yo fluctuó en ellos desde como quiero que me vean hasta como me siento bien. La sexualidad es una construcción social, la construye la sociedad y la sociedad construye también la identidad.
¿Del transformismo se puede pasar al travestismo?
Es difícil porque el travestismo como tal es una identidad distinta, en la que el individuo no esta de acuerdo consigo mismo, lo cual también influye con su identidad legal, siendo una patología. Una persona que es homosexual por ejemplo, tiene su identidad masculina o su identidad femenina y le atraen las personas del mismo sexo, su orientación genérica es hacia su mismo sexo. En cambio en el travestismo no me identifico como hombre, sino que mi identidad es femenina y mi cuerpo es de hombre, entonces mi orientación va a estar relacionada con esa identidad, por lo consiguiente existiría una patología de identidad sexual, debido a que no me identifico con lo que soy. No así el homosexual, quien es hombre que se identifica como hombre pero que le gustan los hombres, en cambio aquí es un hombre que quiere ser mujer estando en un cuerpo de hombre, o sea un transgénero.
El transformista “actúa”, se “disfraza” de mujer para un espectáculo pero no necesariamente su identidad esta cambiada, él esta actuando. Por ejemplo, siendo el transformista homosexual -donde no hay un problema de identidad- se manifiestan tres razones distintas de su conducta: una, -me puedo mostrar libremente como gay-, dos, -me revelo contra un sistema que me hace actuar a escondidas y quiero salir a la luz pública tal como soy-, o tres, -simplemente lo tomo como una actuación-. ¿Pero que pasa si es un travestido quien hace transformismo? Este se va a sentir identificado en su rol femenino, siempre será una actuación pero donde él se reafirma como mujer.
Se da el caso de transformistas que para potenciar más su personaje manipulan su cuerpo, toman hormonas, se ponen silicona, se ponen cadera. ¿También hablamos de patológica o solamente es para mejorar el producto final?
Habría que ver porque lo hace cada uno. Si es buen actor, -pongámoslo así-, va asirse al personaje independiente de su identidad sexual, por ejemplo: “si yo tengo que hacer un papel de una persona más gorda, voy a realizar acciones para hacer mejor el personaje”, esto es si dentro de su parte sicológica y profesional realmente lo esta viendo así. Entonces no hay problemas en que coma más para engordar, se ponga rellenos, etc. Ahora el problema esta cuando dentro de su “psicología” él quiere mostrarse como mujer porque se siente mejor con esa identidad. A veces también puede pasar que por no tener clara su identidad -y si volvemos a la escala Kinsey- están en el medio, en una ambigüedad. Ahora es evidente -y esta más que comprobado- que muchos homosexuales, -incluso los travestis- tienen clara su identidad en la infancia (entre los 5 a 10 años) –independiente- a que no se manifieste (o muestre), pero “interiormente” saben cual es su identidad, esto es muy distinto “a la edad que la manifieste pública o privadamente”, por que a veces hay razones para no mostrarla. Ahora si se toman hormonas sólo desperecerán los caracteres secundarios como también es más complicado si se ponen siliconas, implantes o cirugías porque ya se quiere mostrar otra imagen, se le esta de alguna manera exigiendo al cuerpo que tome una forma distinta a la biológica.
¿Te llama la atención que muchos jóvenes estén abiertamente asumiendo su sexualidad?
Este fenómeno no se da solamente en los hombres, también se da en las mujeres pareciendo que el lesbianismo ha aumentado, pero en porcentaje es lo mismo que antes, solo que hoy existe una rebelión en la juventud en cuanto a las identidades sexuales y es bien distinto a lo que sucedía antes, porque en vez de luchar para que se acepten todas las identidades sexuales hay la “protesta” es a que no hayan, no haya construcción, -por lo tanto todos somos seres humanos y todos tenemos los mismos derechos y deberes- El género impuesto, -esto de ser hombre o mujer- por ejemplo como se visten ya no tiene importancia. Tu no sabes si es hombre o mujer, por la vestimenta, por el comportamiento, con quien andas de la mano, con quien se besan, –transgredo las normas que esta sociedad ha impuesto- y no es para -no ser nadie-, es para que seamos iguales. Porque tenemos que tener una identidad, pero ya no es una identidad de separación por géneros. Es como cuando ocurrió con “la revolución de las flores” (años 70), donde se decía que “la virginidad producía cáncer”, una libertad que mucha gente de esa época tomo como un libertinaje y ahora nadie se cuestiona que los jóvenes tengan relaciones prematrimoniales, que usen preservativos. ¿Qué va a pasar?, no sé, como evolucionará en diez o veinte años más no lo podría saber. En esta rebelión hay que tener cuidado debido a que la segunda identidad sexual se construye en la etapa de la adolescencia, si ellos no se percatan se van a sentir identificados con sus pares sin tener identidad sexual homo o lésbica, posteriormente como adultos se van a sentir culpables de haber realizado prácticas que no concuerdan con su comportamiento adulto. El artículo completo se encuentra en el libro.
¿Del transformismo se puede pasar al travestismo?
Es difícil porque el travestismo como tal es una identidad distinta, en la que el individuo no esta de acuerdo consigo mismo, lo cual también influye con su identidad legal, siendo una patología. Una persona que es homosexual por ejemplo, tiene su identidad masculina o su identidad femenina y le atraen las personas del mismo sexo, su orientación genérica es hacia su mismo sexo. En cambio en el travestismo no me identifico como hombre, sino que mi identidad es femenina y mi cuerpo es de hombre, entonces mi orientación va a estar relacionada con esa identidad, por lo consiguiente existiría una patología de identidad sexual, debido a que no me identifico con lo que soy. No así el homosexual, quien es hombre que se identifica como hombre pero que le gustan los hombres, en cambio aquí es un hombre que quiere ser mujer estando en un cuerpo de hombre, o sea un transgénero.
El transformista “actúa”, se “disfraza” de mujer para un espectáculo pero no necesariamente su identidad esta cambiada, él esta actuando. Por ejemplo, siendo el transformista homosexual -donde no hay un problema de identidad- se manifiestan tres razones distintas de su conducta: una, -me puedo mostrar libremente como gay-, dos, -me revelo contra un sistema que me hace actuar a escondidas y quiero salir a la luz pública tal como soy-, o tres, -simplemente lo tomo como una actuación-. ¿Pero que pasa si es un travestido quien hace transformismo? Este se va a sentir identificado en su rol femenino, siempre será una actuación pero donde él se reafirma como mujer.
Se da el caso de transformistas que para potenciar más su personaje manipulan su cuerpo, toman hormonas, se ponen silicona, se ponen cadera. ¿También hablamos de patológica o solamente es para mejorar el producto final?
Habría que ver porque lo hace cada uno. Si es buen actor, -pongámoslo así-, va asirse al personaje independiente de su identidad sexual, por ejemplo: “si yo tengo que hacer un papel de una persona más gorda, voy a realizar acciones para hacer mejor el personaje”, esto es si dentro de su parte sicológica y profesional realmente lo esta viendo así. Entonces no hay problemas en que coma más para engordar, se ponga rellenos, etc. Ahora el problema esta cuando dentro de su “psicología” él quiere mostrarse como mujer porque se siente mejor con esa identidad. A veces también puede pasar que por no tener clara su identidad -y si volvemos a la escala Kinsey- están en el medio, en una ambigüedad. Ahora es evidente -y esta más que comprobado- que muchos homosexuales, -incluso los travestis- tienen clara su identidad en la infancia (entre los 5 a 10 años) –independiente- a que no se manifieste (o muestre), pero “interiormente” saben cual es su identidad, esto es muy distinto “a la edad que la manifieste pública o privadamente”, por que a veces hay razones para no mostrarla. Ahora si se toman hormonas sólo desperecerán los caracteres secundarios como también es más complicado si se ponen siliconas, implantes o cirugías porque ya se quiere mostrar otra imagen, se le esta de alguna manera exigiendo al cuerpo que tome una forma distinta a la biológica.
¿Te llama la atención que muchos jóvenes estén abiertamente asumiendo su sexualidad?
Este fenómeno no se da solamente en los hombres, también se da en las mujeres pareciendo que el lesbianismo ha aumentado, pero en porcentaje es lo mismo que antes, solo que hoy existe una rebelión en la juventud en cuanto a las identidades sexuales y es bien distinto a lo que sucedía antes, porque en vez de luchar para que se acepten todas las identidades sexuales hay la “protesta” es a que no hayan, no haya construcción, -por lo tanto todos somos seres humanos y todos tenemos los mismos derechos y deberes- El género impuesto, -esto de ser hombre o mujer- por ejemplo como se visten ya no tiene importancia. Tu no sabes si es hombre o mujer, por la vestimenta, por el comportamiento, con quien andas de la mano, con quien se besan, –transgredo las normas que esta sociedad ha impuesto- y no es para -no ser nadie-, es para que seamos iguales. Porque tenemos que tener una identidad, pero ya no es una identidad de separación por géneros. Es como cuando ocurrió con “la revolución de las flores” (años 70), donde se decía que “la virginidad producía cáncer”, una libertad que mucha gente de esa época tomo como un libertinaje y ahora nadie se cuestiona que los jóvenes tengan relaciones prematrimoniales, que usen preservativos. ¿Qué va a pasar?, no sé, como evolucionará en diez o veinte años más no lo podría saber. En esta rebelión hay que tener cuidado debido a que la segunda identidad sexual se construye en la etapa de la adolescencia, si ellos no se percatan se van a sentir identificados con sus pares sin tener identidad sexual homo o lésbica, posteriormente como adultos se van a sentir culpables de haber realizado prácticas que no concuerdan con su comportamiento adulto. El artículo completo se encuentra en el libro.
La energia creadora
por David Verdejo
Psicólogo,
Psicólogo,
Centro Readaptación Social Gendarmería de Chile, Iquique.
Académico, Universidad del Mar, Iquique.
Mi postura frente a la psicología esta relacionada con el psicoanálisis y desde ahí es mi referente. Leyendo a la psiquiatra psicoanalista Joyce McDougall(1) quien plantea nuevas lecturas -desde Freud- para redefinir perversión, conducta sexual y sublimación, ella dice que las resoluciones que hacemos sobre la sexualidad son actos sublimatorio, como una realidad artística, es decir, en la manera que nosotros tengamos actividad sexual satisfactoria, -gratos y plenos- y tan exaltados, como cuando hacemos artes, es decir asociarlo con la fotografía o la puesta en escena de una obra de teatro, de una buena música, siendo una cualidad sublimatoria del orgasmo… si quieres verlo de esa manera. El clímax es el disfrutar… -te pongo mi ejemplo personal (siendo más cercano a la música)- cuando la escucho suelo tener la misma sensación que cuando tengo relaciones sexuales, se me pone la piel de gallina, hay canciones que me hacen llorar, otras que me alegran, y por lo tanto en un momento me empiezo a transformar. Es extraña la situación y pienso que debe pasar algo similar con el transformismo (y la transexualidad) -que están muy asociados por lo demás a la homosexualidad-, ya que es un tema artístico, no cualquiera se viste de mina y esto puede ser la fantasía o el fantasma, depende de cómo se vea…
¿En que se modifica entonces el concepto de perversión?
Freud era muy rígido respecto del tema de las mujeres y su aliada la perversión, sin embargo Freud no concebía la perversión como maligna, de echo decía que los niños eran perversos por norma, por supuesto no unos “Chukis"(2) no obstante y como aclaración, Freud planteaba que la perversión era una parcialidad de la sexualidad y lo que lo que nos diferenciaría de los animales es la fantasía de ser progenitor. Planteaba que el erotismo, los juegos previos, el sexo anal, las felaciones eran perversión cuando se ejecutaban por separado, eso nunca se le entendió mucho, todo seria malo según Freud. La señora McDougall habla ahora de una neosexualidad(3) poniendo énfasis en que la perversión existe cuando una de las dos personas no quiere consentir la relación, cuando hay abuso y el abuso es cuando una persona dice no quiero participar en esto y se le obliga, como es el caso de las personas con déficit mental o los niños quienes no pueden ni decidir ni tomar desiciones propias.
Esto es muy interesante porque McDougall abre la mirada respecto de la normalidad de ciertas conductas, -entre ellas el travestismo- si no hace daño a otro, ni es una conducta obligada, en la medida que el otro lo valida y en que lo desea.
La idea de la homosexualidad como perversión, también es relativa en la teoría Freudiana, él habla de inversión. Si nos damos cuenta la homosexualidad está cargada de peyoratizaciones, sin embargo lo que planteaba Freud, era la “inversión” en el complejo de Edipo para quien la estructuración de la personalidad, estaba en la resolución del Edipo, por lo tanto acá habría que integrar y no cambiar, ya que estas fijaciones de desarrollo libidinal que son catexias, -es decir la energía sexual se fija a una idea u objeto- no estaba relacionado con lo falico o lo perverso, simplemente con las sensaciones que emanaban de nuestro cuerpo, y con los roles de papá y mamá. Desde luego todas las definiciones han ido cambiando con el tiempo, así habría que situar la homosexualidad según la época y obviamente que todo cambia desde el año que deja de ser además una enfermedad siquiátrica. ¿Se culpa a la madre de la homosexualidad de los hijos? Claro, siempre se ha dicho que la madre que no suelta al cabro chico, lo hace más dependiente, -si no sale sicótico, le sale maricón-, pero también son lecturas, hay otros factores que suman también a la figura paterna, cumpliendo funciones, etc. Para mí fue una sorpresa saber que todos los casos que vio McDougall con pacientes homosexuales y sus historias se repiten en las historias con pacientes heterosexuales, ¿entiendes? las mismas dinámicas están en la heterosexualidad, por lo que no hay tantas diferencias, eso hace aún mas complejo el tema todavía, y ya no funcionaria la profilaxis respecto de la homosexualidad. Es decir que su niñito juegue con muñecas, lo vista de rosado o hágalo jugar a la pelota pa que no le salga colita, eso es profilaxis y se habría derrumbado. No se puede tener un perfil de homosexualidad, el tema no son las conductas, está la idea y la idea es un vicio; es un vicio del trabajo social sacar perfiles: el perfil de un ladrón, de un drogadicto, el perfil de un homosexual. Solamente en este tema te encuentras como con varias definiciones o categorizaciones, la loca, el mariposón, el gay, el maricón, el gay del poto, de la cabeza, entonces tantas diferencias, no se puede llegar y estigmatizar. Esta es sólo una parte de la completa entrevista que se encuentra en el libro.
(1) Teórica francesa, analista supervisora y didacta de la Sociedad Psicoanalítica de París.
(2) Película “Chukie, el muñeco asesino”.
(3) Joyce McDougall (2005) “Las mil y una caras de Eros”. Buenos Aires: Paidos
(2) Película “Chukie, el muñeco asesino”.
(3) Joyce McDougall (2005) “Las mil y una caras de Eros”. Buenos Aires: Paidos
Los trucos del truco
por Carlos Carpio L.
Fotógrafo
Hace ya un tiempo atrás conversaba con mi amigo y colega Michael, acerca de buscar nuevos, extraños y alternativos sujetos fotográficos para desarrollar una temática y ojala concluir con una exposición. Comenzamos a barajar variadas posibilidades del mundo bohemio y tránsfuga de las noches iquiqueñas. Evaluamos a los “carreteros extremos”, las prostitutas, los travestis y los “zombies” (1) y a los traficantillos de poca monta. A mí, en particular me llamaron la atención los travestis que merodean en calle Ramírez entre Bolívar y Serrano. Había podido observar durante bastante tiempo a este submundo. No obstante comencé a asomarme a estos ignotos territorios para quienes provenimos de la heterosexualidad, comenzaron a dispararse en mi una serie de mecanismos internos de censura y autodiscriminación; con eso ad-portas me pareció aún más interesante el tema.
A primera vista ellos están completamente producidas, un maquillaje delicado, ropa ajustada, sumado a una segura ingesta de hormonas que los hace evidentemente mas femeninas, siendo algunos de ellas estéticamente muy bellos, -a diferencia de antaño que eran muy toscos y feos- no pudiendo distinguir su verdadero sexo hasta que uno esta muy cerca. Recuerdo en especial una de ellos, que tenia un look muy llamativo desde la distancia, y más aún en la proximidad; era una mezcla de Naruto (2) y Barbarella (3) ; con una frondosa cabellera albina tipo punkie, delgado, con una minúscula minifalda blanca y unas largas botas también a juego.
Pasaron los días, cuando navegando por la web y saltando de link en link aterricé en uno de los blogs de Guillermo, “Flor de un día”, específicamente en el artículo llamado “Cristian de día e Isidora de noche”. Inmediatamente lo “meilié”, y comenzamos a confluir en intereses comunes respecto al tema. A Willy lo conozco desde mi adolescencia, además por ser vecinos en los albores de mi actividad fotográfica a fines de los setenta; habiendo realizado juntos varios ensayos fotográficos y en video. Así emigró mi interés hacia el ámbito de la dramaturgia y del espectáculo, comenzando a desarrollar juntos un proyecto que fuera “digerible” pero completamente innovador ante posibles fuentes de financiamiento.
Tomó forma la necesidad de descubrir el arte y alma del transformismo, donde definimos entrevistar y registrar este proceso de transformación (de hombre en mujer), lleno de trucos, en las personas de dos transgéneros históricos de Iquique y ocho transformistas del espectáculo nocturno y de las representaciones teatrales. Nos llamó la atención el hecho que el proceso de transformación puede tardar entre tres a cuatro horas, para sólo proyectarlo cinco minutos en las tablas del escenario.
Pese a que me considero totalmente liberal en relación a estos temas y a cualquier otro que tenga que ver con la libertad de opción de los seres humanos, (siendo soberanos de decidir lo que queramos que entre o salga de nuestros cuerpos); comenzaron a aparecer cuestionamientos como “¿y si me pillan o descubren algunos de mis conocidos?”, ¿y si piensan que estoy en las cotizaciones y transas propias del comercio sexual?, ¿y si reconocen mi vehiculo? (bastante fácil de reconocer para mis amistades) y etc. etc. etc. Así entre esas dudas y cuestionamientos, pude entablar algunas conversas con un par de ellos logrando llevar los diálogos fuera del ámbito del comercio carnal, sin lograr sin embargo, concretar ninguna sesión fotográfica.
Comencé a satisfacer mi voyerismo fotográfico, a asombrarme y a empapar de nuevas imágenes mis ojos y mis cámaras; a familiarizarme con nuevos aromas, a saturarme de olor a laca de pelo usada a mansalva como fijador de maquillaje, a nuevos sonidos, como el de la cinta adhesiva de embalaje apretando barrigas; los trasfondo de música reggaeton y trance, a conversas con timbres de voz y candencias propias de un “gaysismo” (4) desatado.
En definitiva creo que la sociedad chilena y la local, debemos hacernos cargo de la diversidad sexual y cultural, como de la dignidad de estas minoría tan discriminadas. Afortunadamente se han abierto nuevos espacios laborales y artísticos para quienes durante décadas hemos arrinconado a la prostitución como única posibilidad laboral y de ingresos económicos. Aún nos falta mucha tolerancia para aceptar que circulen a la luz del día o los veamos trabajando en algún Mall o de secretaria, vestidos como ellos son.
(1) Microtraficantes que se consumen la mercadería que venden y quedan “duros” hasta altas horas de la madrugada.
(2) Personaje del comic japonés caracterizado por un pelo blanco, proyectado como rayos.
(3) Película de Roger Vadin, década de los sesenta, protagonizada por Jane Fonda.
(4) Gaysismo: forma de hablar y gestionar demasiado amanerada, usada conscientemente por los gays entre sí.
A primera vista ellos están completamente producidas, un maquillaje delicado, ropa ajustada, sumado a una segura ingesta de hormonas que los hace evidentemente mas femeninas, siendo algunos de ellas estéticamente muy bellos, -a diferencia de antaño que eran muy toscos y feos- no pudiendo distinguir su verdadero sexo hasta que uno esta muy cerca. Recuerdo en especial una de ellos, que tenia un look muy llamativo desde la distancia, y más aún en la proximidad; era una mezcla de Naruto (2) y Barbarella (3) ; con una frondosa cabellera albina tipo punkie, delgado, con una minúscula minifalda blanca y unas largas botas también a juego.
Pasaron los días, cuando navegando por la web y saltando de link en link aterricé en uno de los blogs de Guillermo, “Flor de un día”, específicamente en el artículo llamado “Cristian de día e Isidora de noche”. Inmediatamente lo “meilié”, y comenzamos a confluir en intereses comunes respecto al tema. A Willy lo conozco desde mi adolescencia, además por ser vecinos en los albores de mi actividad fotográfica a fines de los setenta; habiendo realizado juntos varios ensayos fotográficos y en video. Así emigró mi interés hacia el ámbito de la dramaturgia y del espectáculo, comenzando a desarrollar juntos un proyecto que fuera “digerible” pero completamente innovador ante posibles fuentes de financiamiento.
Tomó forma la necesidad de descubrir el arte y alma del transformismo, donde definimos entrevistar y registrar este proceso de transformación (de hombre en mujer), lleno de trucos, en las personas de dos transgéneros históricos de Iquique y ocho transformistas del espectáculo nocturno y de las representaciones teatrales. Nos llamó la atención el hecho que el proceso de transformación puede tardar entre tres a cuatro horas, para sólo proyectarlo cinco minutos en las tablas del escenario.
Pese a que me considero totalmente liberal en relación a estos temas y a cualquier otro que tenga que ver con la libertad de opción de los seres humanos, (siendo soberanos de decidir lo que queramos que entre o salga de nuestros cuerpos); comenzaron a aparecer cuestionamientos como “¿y si me pillan o descubren algunos de mis conocidos?”, ¿y si piensan que estoy en las cotizaciones y transas propias del comercio sexual?, ¿y si reconocen mi vehiculo? (bastante fácil de reconocer para mis amistades) y etc. etc. etc. Así entre esas dudas y cuestionamientos, pude entablar algunas conversas con un par de ellos logrando llevar los diálogos fuera del ámbito del comercio carnal, sin lograr sin embargo, concretar ninguna sesión fotográfica.
Comencé a satisfacer mi voyerismo fotográfico, a asombrarme y a empapar de nuevas imágenes mis ojos y mis cámaras; a familiarizarme con nuevos aromas, a saturarme de olor a laca de pelo usada a mansalva como fijador de maquillaje, a nuevos sonidos, como el de la cinta adhesiva de embalaje apretando barrigas; los trasfondo de música reggaeton y trance, a conversas con timbres de voz y candencias propias de un “gaysismo” (4) desatado.
En definitiva creo que la sociedad chilena y la local, debemos hacernos cargo de la diversidad sexual y cultural, como de la dignidad de estas minoría tan discriminadas. Afortunadamente se han abierto nuevos espacios laborales y artísticos para quienes durante décadas hemos arrinconado a la prostitución como única posibilidad laboral y de ingresos económicos. Aún nos falta mucha tolerancia para aceptar que circulen a la luz del día o los veamos trabajando en algún Mall o de secretaria, vestidos como ellos son.
(1) Microtraficantes que se consumen la mercadería que venden y quedan “duros” hasta altas horas de la madrugada.
(2) Personaje del comic japonés caracterizado por un pelo blanco, proyectado como rayos.
(3) Película de Roger Vadin, década de los sesenta, protagonizada por Jane Fonda.
(4) Gaysismo: forma de hablar y gestionar demasiado amanerada, usada conscientemente por los gays entre sí.
Entrevistas
Yorka y Yuri no son transformistas. Su historia de transgéneros es interesante y complementa el hecho de vestirse de mujer, tema que aquí tratamos. Yorka con más edad nos recuerda la vida homosexual de los años sesenta y Yuri el vivir en armonía con su entorno, aceptada como tal en su comunidad. Son dos experiencias de vida más allá de ellos mismos.
YORKA: Siempre fuí ganadora
En el pueblo de La Tirana -santuario de la religiosidad del norte de Chile- vive hace años Héctor, junto a sus perros y a la imagen en yeso -colmada de flores plásticas- de San Lorenzo de Tarapacá. Tiene 59 años de edad, pero creíamos que tenía más y nos muestra su carné de identidad. Viste sencillamente, no tiene reparos en su vida, ni en darse a conocer en el pueblo de 800 habitantes, como la Yorka(1) o el mítico Yorka. Reparos no hay porque sabe que fue un icono del mundo bohemio del Iquique de los 80.
Si puh soy la Yorka, pero mírame puh, ja, ja, ja, ja (Le dice al fotógrafo que la mira a través del lente y no con sus propios ojos).
Héctor me gustaría que me contaras de ti, distintas etapas de tu vida para así ir conociendo también de Iquique.
Te voy a contar que a los siete años me violaron en Tarapacá (2) y me quedó gustando puh, después fui trabajando en negocios, en cahuines.
A los siete años la Carmen Parra me fondeaba debajo de sus piernas cuando llegaba la Comisión. Y principié a ganar, a ganar, ¡a ganar!. Trabajé donde el Guayo, después trabajé en el “Bluestar”, trabajé donde la Maiga y así principié a surgir. Después trabajé donde la Rosa Garay, del Acrópolis, y ya dije yo, desde las once de la mañana trabajaba.
¿Vestido de mujer?
Sí, hasta las diez, once de la noche, ya principié a…. me compré una casita en Cuarta Sur con Avenida Aeropuerto (Iquique) y me juí levantando, tenia hasta doscientas mujeres, me faltaban piezas, hasta la mía la emprestaba, y juí gueón, me enamoré también. Al gueón que gueá no le di, ja, ja, ja, hasta moto le compré.
¿Estudiaste?
No, hasta Quinto Básico creo.
¿A que edad empezaste a vestirte de mujer?
Desde los siete años. Un día me fue a buscar mi madre…yo trabajaba en la “Mujer sin Alma”.
¿Era una obra de teatro… qué era la “mujer sin alma”?
No, era un cahuín. Era la gueá más mala que la chucha y arrendó mi amigo ahí. (Se va enredando en sus pensamientos, mientras sigue tomando vino)
¿Y ahí que existía?
Había que tirar pá arriba, empecé a llevar mujeres, mi casa era de arena y principié a luchar a luchar y tire pá arriba puh. Ahora (en La Tirana) por recibir a una mujer con tres cabros chicos, yo no sabía, me quemaron entera mi casa, yo tenía de todo, era todo de cemento.
¿Se te quemó todo, lo que tenías se perdió?
Todo, todo se quemó (razón por la que vive actualmente en una mediagua), vinieron mis cabronas a verme y me mandaron cosas.
¿Las cabronas eran las dueñas de las “casas” (3) donde tú trabajaste?
Si puh, yo era más ganador de plata que la chucha, si me echaba hasta 50 gueones arriba en la espalda.
¿En una noche?
Si puh, y nunca he tenido una enfermedad venérea porque siempre me controlé.
¿Ahora no te preocupa el sida?
Si puh soy la Yorka, pero mírame puh, ja, ja, ja, ja (Le dice al fotógrafo que la mira a través del lente y no con sus propios ojos).
Héctor me gustaría que me contaras de ti, distintas etapas de tu vida para así ir conociendo también de Iquique.
Te voy a contar que a los siete años me violaron en Tarapacá (2) y me quedó gustando puh, después fui trabajando en negocios, en cahuines.
A los siete años la Carmen Parra me fondeaba debajo de sus piernas cuando llegaba la Comisión. Y principié a ganar, a ganar, ¡a ganar!. Trabajé donde el Guayo, después trabajé en el “Bluestar”, trabajé donde la Maiga y así principié a surgir. Después trabajé donde la Rosa Garay, del Acrópolis, y ya dije yo, desde las once de la mañana trabajaba.
¿Vestido de mujer?
Sí, hasta las diez, once de la noche, ya principié a…. me compré una casita en Cuarta Sur con Avenida Aeropuerto (Iquique) y me juí levantando, tenia hasta doscientas mujeres, me faltaban piezas, hasta la mía la emprestaba, y juí gueón, me enamoré también. Al gueón que gueá no le di, ja, ja, ja, hasta moto le compré.
¿Estudiaste?
No, hasta Quinto Básico creo.
¿A que edad empezaste a vestirte de mujer?
Desde los siete años. Un día me fue a buscar mi madre…yo trabajaba en la “Mujer sin Alma”.
¿Era una obra de teatro… qué era la “mujer sin alma”?
No, era un cahuín. Era la gueá más mala que la chucha y arrendó mi amigo ahí. (Se va enredando en sus pensamientos, mientras sigue tomando vino)
¿Y ahí que existía?
Había que tirar pá arriba, empecé a llevar mujeres, mi casa era de arena y principié a luchar a luchar y tire pá arriba puh. Ahora (en La Tirana) por recibir a una mujer con tres cabros chicos, yo no sabía, me quemaron entera mi casa, yo tenía de todo, era todo de cemento.
¿Se te quemó todo, lo que tenías se perdió?
Todo, todo se quemó (razón por la que vive actualmente en una mediagua), vinieron mis cabronas a verme y me mandaron cosas.
¿Las cabronas eran las dueñas de las “casas” (3) donde tú trabajaste?
Si puh, yo era más ganador de plata que la chucha, si me echaba hasta 50 gueones arriba en la espalda.
¿En una noche?
Si puh, y nunca he tenido una enfermedad venérea porque siempre me controlé.
¿Ahora no te preocupa el sida?
(Esta es sólo una parte de la entrevista completa a Yorka que se encuentra en el libro)
(1) Para le producción de El Truco era importante conocer a Yorka, previamente nos contactamos y le propusimos la entrevista y la sesión fotográfica. Acordamos la fecha, se hicieron los diseños, se llevó el vestuario, los accesorios y se eligió la locación (espacio físico para la sesión). Así mientras se le maquillaba, vestía y transformaba -en el incendio de su casa se le había quemado todo, hasta su ropa de mujer- fue transformándose de la Yorka que vende verduras en La Tirana a esa Yorka que recordaba su pasado de “ganadora”.
(2) Pueblo de Tarapacá donde la comunidad venera al San Lorenzo.
(3) Prostíbulos iquiqueños.
(1) Para le producción de El Truco era importante conocer a Yorka, previamente nos contactamos y le propusimos la entrevista y la sesión fotográfica. Acordamos la fecha, se hicieron los diseños, se llevó el vestuario, los accesorios y se eligió la locación (espacio físico para la sesión). Así mientras se le maquillaba, vestía y transformaba -en el incendio de su casa se le había quemado todo, hasta su ropa de mujer- fue transformándose de la Yorka que vende verduras en La Tirana a esa Yorka que recordaba su pasado de “ganadora”.
(2) Pueblo de Tarapacá donde la comunidad venera al San Lorenzo.
(3) Prostíbulos iquiqueños.
YURI: Soy como quiero que me vean.
Sus padres lo llaman por su nombre de pila, Pedro, y no lo pueden hacer de otra forma aún cuando lo vean como mujer externamente. En la caleta Caramucho ubicada a 60 kilómetros de Iquique nos encontramos con Yuri, una persona seria, reposada y respetada por lo comunidad de pescadores artesanales. Sin problemas accede a la entrevista y a la sesión fotográfica, producción que conjuga su feminidad con el mar, los faluchos y huirales (1) que juntan sus habitantes para vender y sobrevivir. Nos sentamos a conversar en el antejardín de la casa que esta lleno de distintas variedades de cactus, plantas y peces disecados, mientras dos tortuguitas nadan en una piscina de plástico y el sol de mediodía realza las olas del mar que colorean los botes amarrados en el muelle.
Me llamo Pedro Pizarro Torres, tengo 42 años, soltera y trabajo acá en la playa me dedico a atender el negocio de mi hermano y sacando huiro, lo único que queda ahora (en el mar), en las tardes por hobby me voy a mariscar, a bañarme, una vida relajada. Termine Cuarto Medio y después saque un titulo técnico profesionales.
¿Vestirte de mujer, es una necesidad, un gusto, o un placer?
Cuando una se viste por primera vez de mujer, y se ve mejor que una mujer, ese es el reflejo que te queda, te gusta como te veis de mujer, entonces empezai a vestirte más seguido, día y noche vestido de mujer, uñas pinta y regia siempre.
¿Hay entonces algo interno también?
Si, desde que uno nace, uno nace para ser mujer, es como una mujer en cuerpo de hombre.
¿Es ese tu caso?
Si, yo estoy en un cuerpo de hombre y el hombre que tengo lo tengo bien enterrao, está bien adentro mío, ¿no se nota?.
¿Cuándo fue la primera vez que te vistes de mujer?
Me vestí de mujer a los 24 años.
¿Un largo tiempo?
Claro, primero me centré en sacar mi profesión, darle la satisfacción a mis padres, tenía que darle la satisfacción, ¿a que padres no le gusta que sus hijos tengan sus estudios y, sean alguien en la vida? Trabaje dos años en mi profesión, hice mi practica, seguí trabajando contratado, me fue bien gracias a Dios.
¿Eres Contador?
No, soy Técnico en Control de Calidad, después hice otro curso de Seguridad Industrial.
A los 24 años te vistes de mujer…
Si, a esa edad decidí lo que yo quería en mi vida, empezó a gustarme ser mujer y todo lo que significaba eso. No estaba acá (en Iquique), estaba en La Serena, me iba al departamento que tenia en Santiago, allá salía vestida de mujer y pasaba piola que es lo principal.
¿Cuándo llegas a Iquique, qué pasa?
Acá en Iquique me enamoré por primera vez de un hombre puh, nunca había tenido relaciones con hombres, si con mujeres.
¡Ah, ya!.
Había tenido polola, uy me seguían las mujeres, del Liceo de Niñas, de la Técnica, del Comercial, Maria Auxiliadora, ¿sigo contando?, Trinity College, American College, Atenea.
¿Ah, bien pololo entonces?
Claro, y la vida tu sabi como da vuelta, uno nunca sabe y me he encontrado con niñas que habían sido mis pololas y hemos conversado todo y normal. Ellas ahora entienden como es la vida, son personas profesionales. Para mi un profesional entiende lo que es la vida, también sus altos y sus bajo, todo eso puh.
¿Vuelves entonces a Iquique?
Y trato de hacer mi vida normal, como mis padres me conocieron.
¿Hombre?
Claro, pero con el tiempo me enamoré de otro joven que estaba acá en la caleta y ahí quedó la grande puh, él le dijo a mi papá que estaba conmigo y toda esa onda… con ese dure como doce años.
¿12 años?
Si, doce. El me daba permiso para salir, para ir a bailar, ya empecé a vestirme de mujer de frente, así conocí a la Yorka, al Tito y a una montonera de travestis. Siempre mi vínculo fueron los travestis que de mujer trabajaban en el ambiente o que trabajaban en las boites. También yo trabaje en el “Antoine”, en “El Crucero del Amor”.
¿Trabajaste haciendo que?
Bailando, de bailarina. La entrevista completa se encuentra enn el libro.
(1) El huiro se exporta al extranjero para productos cosméticos y otros derivados.
Me llamo Pedro Pizarro Torres, tengo 42 años, soltera y trabajo acá en la playa me dedico a atender el negocio de mi hermano y sacando huiro, lo único que queda ahora (en el mar), en las tardes por hobby me voy a mariscar, a bañarme, una vida relajada. Termine Cuarto Medio y después saque un titulo técnico profesionales.
¿Vestirte de mujer, es una necesidad, un gusto, o un placer?
Cuando una se viste por primera vez de mujer, y se ve mejor que una mujer, ese es el reflejo que te queda, te gusta como te veis de mujer, entonces empezai a vestirte más seguido, día y noche vestido de mujer, uñas pinta y regia siempre.
¿Hay entonces algo interno también?
Si, desde que uno nace, uno nace para ser mujer, es como una mujer en cuerpo de hombre.
¿Es ese tu caso?
Si, yo estoy en un cuerpo de hombre y el hombre que tengo lo tengo bien enterrao, está bien adentro mío, ¿no se nota?.
¿Cuándo fue la primera vez que te vistes de mujer?
Me vestí de mujer a los 24 años.
¿Un largo tiempo?
Claro, primero me centré en sacar mi profesión, darle la satisfacción a mis padres, tenía que darle la satisfacción, ¿a que padres no le gusta que sus hijos tengan sus estudios y, sean alguien en la vida? Trabaje dos años en mi profesión, hice mi practica, seguí trabajando contratado, me fue bien gracias a Dios.
¿Eres Contador?
No, soy Técnico en Control de Calidad, después hice otro curso de Seguridad Industrial.
A los 24 años te vistes de mujer…
Si, a esa edad decidí lo que yo quería en mi vida, empezó a gustarme ser mujer y todo lo que significaba eso. No estaba acá (en Iquique), estaba en La Serena, me iba al departamento que tenia en Santiago, allá salía vestida de mujer y pasaba piola que es lo principal.
¿Cuándo llegas a Iquique, qué pasa?
Acá en Iquique me enamoré por primera vez de un hombre puh, nunca había tenido relaciones con hombres, si con mujeres.
¡Ah, ya!.
Había tenido polola, uy me seguían las mujeres, del Liceo de Niñas, de la Técnica, del Comercial, Maria Auxiliadora, ¿sigo contando?, Trinity College, American College, Atenea.
¿Ah, bien pololo entonces?
Claro, y la vida tu sabi como da vuelta, uno nunca sabe y me he encontrado con niñas que habían sido mis pololas y hemos conversado todo y normal. Ellas ahora entienden como es la vida, son personas profesionales. Para mi un profesional entiende lo que es la vida, también sus altos y sus bajo, todo eso puh.
¿Vuelves entonces a Iquique?
Y trato de hacer mi vida normal, como mis padres me conocieron.
¿Hombre?
Claro, pero con el tiempo me enamoré de otro joven que estaba acá en la caleta y ahí quedó la grande puh, él le dijo a mi papá que estaba conmigo y toda esa onda… con ese dure como doce años.
¿12 años?
Si, doce. El me daba permiso para salir, para ir a bailar, ya empecé a vestirme de mujer de frente, así conocí a la Yorka, al Tito y a una montonera de travestis. Siempre mi vínculo fueron los travestis que de mujer trabajaban en el ambiente o que trabajaban en las boites. También yo trabaje en el “Antoine”, en “El Crucero del Amor”.
¿Trabajaste haciendo que?
Bailando, de bailarina. La entrevista completa se encuentra enn el libro.
(1) El huiro se exporta al extranjero para productos cosméticos y otros derivados.
Los trucos de El Truco
El proceso de transformación utiliza una serie de recursos, además de la habilidad, para lograr cambiar la fisonomía de hombre en mujer. El uso de postizos, rellenos y maquillaje son requeridos de acuerdo a las necesidades de cada transformista. Para algunos la transformación es totalmente artificial y apoyada por muchos elementos externos, para otros sólo el uso de algunos trucos.
Entro al camarín como hombre…
Me llamo Juan Carlos(1) y hago teatro. Son varios los años que represento un personaje femenino llamado Marta, la peculiaridad es que este personaje está presente en varios montajes que dirijo y cuyos textos escribo para la Compañía de Teatro Humberstone de Iquique.
Este personaje en el fondo nace por casualidad, cuando se inicia el grupo de Teatro. Éramos sólo cuatro personas, necesitábamos historias, una historia y pronto, todos los niños (actores del grupo) tenían barba y no querían cortársela, entonces con el Aldo (Aldo Prieto) optamos por tomar los papeles (femeninos). En ese tiempo yo hacia la Luisa y él hacia la Marta, pero digamos… no me salía bien de curá, entonces cambiamos los papeles tomé a la Marta y él tomó a la Luisa.
El personaje al principio era débil y se fue armando con el paso de los años, -entonces qué pasa- la Marta le gusta al público y lo pide, es un personaje que le cae bien a los hombres, le cae bien a las mujeres, es un personaje bien rico porque se puede jugar mucho con él.
¿Has hecho también personajes que son travestis?
Claro, la “Lucha”, la “Champan”, pero están en otro contexto, es otro cuento. La Lucha es ná que ver con la Marta, la Lucha es una loca, que las larga no más, es un maricón de barrio, en cambio la Marta es una mujer casada, muy católica, bien señora, pero en el fondo es una puta, es buena pal gueveo, a la Marta le gusta aparentar lo que no es.
¿Hacer personajes femeninos en el teatro local debe haber tenido desafíos, costos y beneficios, verdad?
Más beneficios, en cuanto a la parte mía digamos, a la parte actoral, porque se siente bien que con el paso de los años la misma gente lo pide, la Marta tiene siete obras, sale en siete historias y ahora saldrá en la ultima historia de la Marta que se llamará, “Estamos en crisis”, toca la parte social, política, tiene muchas facetas, como personajes es muy rico y costo ninguno.
Mantener mucho tiempo un personaje femenino me ha hecho sentir las críticas de la gente de teatro, de los medios de prensa, quizás algún tipo de discriminación -al presentar proyectos- al saber que en mis montajes siempre hay personajes que son travestís u homosexuales o el trabajar directamente con los mismos transgéneros.
Mira, cuando yo me inicie en teatro -acá en Iquique- en el 2001, empezamos con la comedia, y muchas criticas, -que en el Humberstone habían puros maricones, que estaba lleno de homosexuales- pero yo trabajo para un público, entonces si al público le gusta, sale contento, yo feliz puh. Yo no trabajo para mí, ni para mis pares, yo trabajo para el público y las críticas del público son buenas. Por otra parte el trabajar con los transgéneros yo sabia el riesgo que corría, porque nadie trabaja con ellos, nadie se atreve a trabajar con ellos por el miedo al que dirán, que los metan en el mismo saco. Unos me dijeron que había bajado de nivel, que como se me ocurría actuar con maricones, o sea en el fondo que no había avanzado. En el fondo soy al revés, si puedo ayudar a otras personas, más todavía a una organización que esta con VIH-sida(2) y si puedo apoyar una causa la voy a apoyar sin ningún problema. Mientras me apoye mi familia, mi señora, mis hijos, lo demás sencillamente me lo meto al bolsillo, no me interesa la opinión de los demás, primero la opinión de mi familia, después del público, eso nomás.
¿En la construcción de personajes femeninos usas los mismos trucos que usan los transformistas?
La Marta es un personaje, una mujer de 40 años… de los senos, digamos por ejemplo me he preocupado, pero no hay ocultación porque siempre usa falda, no hay truco, no hay nada. Con faldas muy ajustadas tengo que usar panty y boxer abajo, pero siempre me preocupo del más mínimo detalle, por ejemplo que tenga panty, las uñas pintadas… preocuparme -en el fondo- que sea una mujer lo que dure la obra, una hora, hora y media. Pasa algo raro con la Marta, el público sabe desde el principio que es un hombre quien hace de mujer, pero ya como a los quince, veinte minutos el público se olvida que es un hombre y se mete en el contexto que es una mujer la que esta actuando y eso es rico puh, no ve a un hombre. Referente al maquillaje, trato que sea lo más sencillo, no muy delicado, más teatral. Esta es parte de la entrevista que se encuentra en extenso en el libro.
(1) Juan Carlos Morfi es director de la Compañía de Teatro Humberstone de Iquique, quienes tienen su sala en el Sindicato de Estibadores ubicada en calle San Martín con Luís Uribe. Desde hace 5 años mantienen una nutrida cartelera que renuevan todos los días viernes a las 22:00 horas.
(2) Agrupación Nefertiti.
Este personaje en el fondo nace por casualidad, cuando se inicia el grupo de Teatro. Éramos sólo cuatro personas, necesitábamos historias, una historia y pronto, todos los niños (actores del grupo) tenían barba y no querían cortársela, entonces con el Aldo (Aldo Prieto) optamos por tomar los papeles (femeninos). En ese tiempo yo hacia la Luisa y él hacia la Marta, pero digamos… no me salía bien de curá, entonces cambiamos los papeles tomé a la Marta y él tomó a la Luisa.
El personaje al principio era débil y se fue armando con el paso de los años, -entonces qué pasa- la Marta le gusta al público y lo pide, es un personaje que le cae bien a los hombres, le cae bien a las mujeres, es un personaje bien rico porque se puede jugar mucho con él.
¿Has hecho también personajes que son travestis?
Claro, la “Lucha”, la “Champan”, pero están en otro contexto, es otro cuento. La Lucha es ná que ver con la Marta, la Lucha es una loca, que las larga no más, es un maricón de barrio, en cambio la Marta es una mujer casada, muy católica, bien señora, pero en el fondo es una puta, es buena pal gueveo, a la Marta le gusta aparentar lo que no es.
¿Hacer personajes femeninos en el teatro local debe haber tenido desafíos, costos y beneficios, verdad?
Más beneficios, en cuanto a la parte mía digamos, a la parte actoral, porque se siente bien que con el paso de los años la misma gente lo pide, la Marta tiene siete obras, sale en siete historias y ahora saldrá en la ultima historia de la Marta que se llamará, “Estamos en crisis”, toca la parte social, política, tiene muchas facetas, como personajes es muy rico y costo ninguno.
Mantener mucho tiempo un personaje femenino me ha hecho sentir las críticas de la gente de teatro, de los medios de prensa, quizás algún tipo de discriminación -al presentar proyectos- al saber que en mis montajes siempre hay personajes que son travestís u homosexuales o el trabajar directamente con los mismos transgéneros.
Mira, cuando yo me inicie en teatro -acá en Iquique- en el 2001, empezamos con la comedia, y muchas criticas, -que en el Humberstone habían puros maricones, que estaba lleno de homosexuales- pero yo trabajo para un público, entonces si al público le gusta, sale contento, yo feliz puh. Yo no trabajo para mí, ni para mis pares, yo trabajo para el público y las críticas del público son buenas. Por otra parte el trabajar con los transgéneros yo sabia el riesgo que corría, porque nadie trabaja con ellos, nadie se atreve a trabajar con ellos por el miedo al que dirán, que los metan en el mismo saco. Unos me dijeron que había bajado de nivel, que como se me ocurría actuar con maricones, o sea en el fondo que no había avanzado. En el fondo soy al revés, si puedo ayudar a otras personas, más todavía a una organización que esta con VIH-sida(2) y si puedo apoyar una causa la voy a apoyar sin ningún problema. Mientras me apoye mi familia, mi señora, mis hijos, lo demás sencillamente me lo meto al bolsillo, no me interesa la opinión de los demás, primero la opinión de mi familia, después del público, eso nomás.
¿En la construcción de personajes femeninos usas los mismos trucos que usan los transformistas?
La Marta es un personaje, una mujer de 40 años… de los senos, digamos por ejemplo me he preocupado, pero no hay ocultación porque siempre usa falda, no hay truco, no hay nada. Con faldas muy ajustadas tengo que usar panty y boxer abajo, pero siempre me preocupo del más mínimo detalle, por ejemplo que tenga panty, las uñas pintadas… preocuparme -en el fondo- que sea una mujer lo que dure la obra, una hora, hora y media. Pasa algo raro con la Marta, el público sabe desde el principio que es un hombre quien hace de mujer, pero ya como a los quince, veinte minutos el público se olvida que es un hombre y se mete en el contexto que es una mujer la que esta actuando y eso es rico puh, no ve a un hombre. Referente al maquillaje, trato que sea lo más sencillo, no muy delicado, más teatral. Esta es parte de la entrevista que se encuentra en extenso en el libro.
(1) Juan Carlos Morfi es director de la Compañía de Teatro Humberstone de Iquique, quienes tienen su sala en el Sindicato de Estibadores ubicada en calle San Martín con Luís Uribe. Desde hace 5 años mantienen una nutrida cartelera que renuevan todos los días viernes a las 22:00 horas.
(2) Agrupación Nefertiti.
Hay un concepto errado del transformismo.
Comencé con el transformismo, allá por el año 1994 y mi nombre artístico era otro. Mi nombre surgió así… escuche el nombre de una artista argentina que me gustaba, -sin haberla visto nunca- se llamaba Lia Cruset, tenia como prestancia el nombre, era como llamativo, ¿entonces que hice yo?, me puse Lia Cruset. Pero un día veo en la tele a la Lia Cruset e inmediatamente me cambie el nombre, ¡era horrible!. No es que yo sea una maravilla, pero la Lia Cruset era muy fea. Entonces un amigo que me dice –Ponte Ivana, que es un nombre entre hombre y mujer, Iván. Ivana – y me puse Ivana ¿y el apellido?, como a mi me gustan mucho las películas antiguas y las artistas antiguas, entonces escuche por ahí algo de Zaza Gabor, y me puse Ivana Gabor, que también me lo cambie. ¿Las razones?, un día un amigo me pregunta como me llamo y yo le digo “Ivana Gabor” y el me dice -¿porqué te pusiste “iguana la gorda”?- y como he sido siempre medio trauma pá mis cosas, me cambie también el nombre.
Un día en un show, -siempre me he caracterizado por tener trajes extravagantes, bien distinto a lo que usa el resto de los transformistas, que usan más ropa de mujer, como de mujer “normal”- entonces un día un amigo me dice -¡Tan diva que soy tu!- y yo me dije, -Ahí esta, me voy a poner Diva Gabor- sonaba mas apegado y me quedé con Diva Gabor, que es como nombre de señora antigua, en todo caso no es como los de ahora que tienen como cinco apellidos los nombres y son como tan, tan… en todo caso todos los nombres de los transformistas son bien rebuscados.
¿Cómo nace en ti transformarte?
La primera vez que lo hice -la idea no era hacer un show de mujer propiamente tal- era hacer humor, ya que a mi toda la vida me ha gustado el teatro y hacer humor. Justo se terció que un amigo, -que esta en el cielo ahora- Roberto Alcázar o la Roberta Clo, -como la conocen muchos-, organizó un evento, un show en la disco Playa Brava y me pidió que hiciera un show humorístico, por supuesto ya tenía a las artistas que iban de estelar, -por decirlo de alguna manera-, como las artistas fuertes, que eran más mujer, más bonitas, entonces dije -ni un problema-.
(Recuerda) Era un grupo de amigos que teníamos, empezamos a analizar todo ese cuento, yo los iba a apoyar en esa parte, digamos, en la parte de lo que era el show, en la parte humorística… y un día, -bueno a todo esto humorístico, pero también de mujer- un día encuentro a uno de esos “amigos” del grupo que me esta pelando y dice –¡Como se va a ver bien la gorda de mujer, si es tan guatona, tiene cara de hombre!– de ahí que me lo plantie como un desafió, y le dije al organizador, -Sabes Roberto no voy hacer un show humorístico, voy hacer un show de mujer-. A mí me da lo mismo, en todo caso, transformarme en mujer, hombre, en animales, lo que sea, para mi esta cuestión la veo más por la parte artística que por lo de vestirme de mujer, porque pá mi pá ná me gustaría ser mujer. Descubrí en esa ocasión que lo hacia súper bien, entonces de ese show salieron otros show, empezamos hacer itinerancia a Tocopilla, allá hacían muchos show de mujer, de transformismo, era muy común allá, habían niños (compañeros) que hacían show a beneficio de ellos mismos, la gente iba, se llenaba, así empecé a hacer show
¿Cómo es eso de hacer show a beneficios de si mismo?
Hay distintas razones. De repente una persona quiere hacer un show porque esta corto de plata va y contrata a los niños estos, a los transformistas y listo, se hace el show. Pero hay otros que no, por ejemplo ahora (2008) se esta haciendo un evento en Tocopilla para un amigo peluquero que se le quemó toda su casa, le están haciendo evento en “Las brujas”, un local nocturno de Tocopilla.
¿Participaste en los show que hacia “la Bomba”, eran show de solidaridad social, en beneficio de la Teletón?
¡No!, (Me mira extrañado) yo jamás he hecho show con la Bomba. Considero -si bien es cierto uno de repente hace show humorístico y todo eso-, la forma que ellos hacen el espectáculo es muy burdo, tampoco se trata de que estemos pá la risa de la gente. Si vas hacer un trabajo lo tienes que hacer con respeto, primero contigo mismo y después con la gente, ¡Jamás he hecho show con la Bomba!.
Se podría decir que eres un transformista “senior” (1), por eso mismo conoces más a tus colegas, ¿cómo se da la relación entre ustedes?
¿Entre transformistas?, hay de todo. Particularmente yo soy súper servicial, súper cooperador con todos los niños(2) estos que están haciendo show, con los transformistas nuevos, con los antiguos. Si necesitan algo me llaman, tengo mil cosas en mi casa, baúles con telas, con ropa, tengo muchas pelucas, entonces eso se los presto a los chiquillos, siempre he tenido buena intención con todo el mundo, hay de todo. Me he encontrado con transformistas que son súper egoístas, no te aconsejan pá ná. Ven que te estas aplicando mal algo o te queda manchada la cara y no son capaces de aconsejarte, ni nada, no te dicen nada, dejan que sigas en el error no más puh. En cambio yo no, soy súper perfeccionista con las personas, les digo esta mal esto, esta bien esto, faltó esto otro. Siempre ando en eso, porque yo sé lo que es estar en un escenario, que te griten cosas de repente y más encima si estai mal producido.
¿Has estado en situaciones en que el público insulta a los transformistas, en situaciones desagradables?
Si, si, si ha habido muchas cosas, de hecho en la misma Disco que fui hacer un show, en la D`Una, uno de estos niños fue insultado porque no era como la artista real. Yo no doble ni a la Britney Spears, ni a la Madonna, ni hago ningún tema de que esta de moda, ni de las artistas pop, ni nada de eso. Y eso pasa por que los niños tienen el concepto de que un transformista tiene que verse muy lindo de mujer, ser flaquito, representar a la artista de moda, y no es tan así puh. El transformismo es mucho más que eso, no es el hecho de ser una mina bonita, - ¡imagínate tengo cuanto peso encima y así todo me transformo!- (Lo miro fijamente) bueno ahora estoy un poco más delgado, pero antes pesaba ciento ochenta kilos e igual hacia transformismo, de hecho yo nunca me limité por el hecho de ser gordo, pero igual, la situación es que la gente tiene un concepto errado de lo que es el transformismo. El texto completo de la entrevista se encuentra en el libro.
Un día en un show, -siempre me he caracterizado por tener trajes extravagantes, bien distinto a lo que usa el resto de los transformistas, que usan más ropa de mujer, como de mujer “normal”- entonces un día un amigo me dice -¡Tan diva que soy tu!- y yo me dije, -Ahí esta, me voy a poner Diva Gabor- sonaba mas apegado y me quedé con Diva Gabor, que es como nombre de señora antigua, en todo caso no es como los de ahora que tienen como cinco apellidos los nombres y son como tan, tan… en todo caso todos los nombres de los transformistas son bien rebuscados.
¿Cómo nace en ti transformarte?
La primera vez que lo hice -la idea no era hacer un show de mujer propiamente tal- era hacer humor, ya que a mi toda la vida me ha gustado el teatro y hacer humor. Justo se terció que un amigo, -que esta en el cielo ahora- Roberto Alcázar o la Roberta Clo, -como la conocen muchos-, organizó un evento, un show en la disco Playa Brava y me pidió que hiciera un show humorístico, por supuesto ya tenía a las artistas que iban de estelar, -por decirlo de alguna manera-, como las artistas fuertes, que eran más mujer, más bonitas, entonces dije -ni un problema-.
(Recuerda) Era un grupo de amigos que teníamos, empezamos a analizar todo ese cuento, yo los iba a apoyar en esa parte, digamos, en la parte de lo que era el show, en la parte humorística… y un día, -bueno a todo esto humorístico, pero también de mujer- un día encuentro a uno de esos “amigos” del grupo que me esta pelando y dice –¡Como se va a ver bien la gorda de mujer, si es tan guatona, tiene cara de hombre!– de ahí que me lo plantie como un desafió, y le dije al organizador, -Sabes Roberto no voy hacer un show humorístico, voy hacer un show de mujer-. A mí me da lo mismo, en todo caso, transformarme en mujer, hombre, en animales, lo que sea, para mi esta cuestión la veo más por la parte artística que por lo de vestirme de mujer, porque pá mi pá ná me gustaría ser mujer. Descubrí en esa ocasión que lo hacia súper bien, entonces de ese show salieron otros show, empezamos hacer itinerancia a Tocopilla, allá hacían muchos show de mujer, de transformismo, era muy común allá, habían niños (compañeros) que hacían show a beneficio de ellos mismos, la gente iba, se llenaba, así empecé a hacer show
¿Cómo es eso de hacer show a beneficios de si mismo?
Hay distintas razones. De repente una persona quiere hacer un show porque esta corto de plata va y contrata a los niños estos, a los transformistas y listo, se hace el show. Pero hay otros que no, por ejemplo ahora (2008) se esta haciendo un evento en Tocopilla para un amigo peluquero que se le quemó toda su casa, le están haciendo evento en “Las brujas”, un local nocturno de Tocopilla.
¿Participaste en los show que hacia “la Bomba”, eran show de solidaridad social, en beneficio de la Teletón?
¡No!, (Me mira extrañado) yo jamás he hecho show con la Bomba. Considero -si bien es cierto uno de repente hace show humorístico y todo eso-, la forma que ellos hacen el espectáculo es muy burdo, tampoco se trata de que estemos pá la risa de la gente. Si vas hacer un trabajo lo tienes que hacer con respeto, primero contigo mismo y después con la gente, ¡Jamás he hecho show con la Bomba!.
Se podría decir que eres un transformista “senior” (1), por eso mismo conoces más a tus colegas, ¿cómo se da la relación entre ustedes?
¿Entre transformistas?, hay de todo. Particularmente yo soy súper servicial, súper cooperador con todos los niños(2) estos que están haciendo show, con los transformistas nuevos, con los antiguos. Si necesitan algo me llaman, tengo mil cosas en mi casa, baúles con telas, con ropa, tengo muchas pelucas, entonces eso se los presto a los chiquillos, siempre he tenido buena intención con todo el mundo, hay de todo. Me he encontrado con transformistas que son súper egoístas, no te aconsejan pá ná. Ven que te estas aplicando mal algo o te queda manchada la cara y no son capaces de aconsejarte, ni nada, no te dicen nada, dejan que sigas en el error no más puh. En cambio yo no, soy súper perfeccionista con las personas, les digo esta mal esto, esta bien esto, faltó esto otro. Siempre ando en eso, porque yo sé lo que es estar en un escenario, que te griten cosas de repente y más encima si estai mal producido.
¿Has estado en situaciones en que el público insulta a los transformistas, en situaciones desagradables?
Si, si, si ha habido muchas cosas, de hecho en la misma Disco que fui hacer un show, en la D`Una, uno de estos niños fue insultado porque no era como la artista real. Yo no doble ni a la Britney Spears, ni a la Madonna, ni hago ningún tema de que esta de moda, ni de las artistas pop, ni nada de eso. Y eso pasa por que los niños tienen el concepto de que un transformista tiene que verse muy lindo de mujer, ser flaquito, representar a la artista de moda, y no es tan así puh. El transformismo es mucho más que eso, no es el hecho de ser una mina bonita, - ¡imagínate tengo cuanto peso encima y así todo me transformo!- (Lo miro fijamente) bueno ahora estoy un poco más delgado, pero antes pesaba ciento ochenta kilos e igual hacia transformismo, de hecho yo nunca me limité por el hecho de ser gordo, pero igual, la situación es que la gente tiene un concepto errado de lo que es el transformismo. El texto completo de la entrevista se encuentra en el libro.
(1) Mayor.
(2) Compañeros.
(2) Compañeros.
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