Sobre rosado o azul
por Ricardo Espinoza Tapia
Psicólogo - Doctor © en Psicología Social
Universidad Autónoma de Barcelona
Psicólogo - Doctor © en Psicología Social
Universidad Autónoma de Barcelona
El diccionario de la Real Academia Española define a la palabra “Truco” como una de las habilidades que se adquieren en el ejercicio de un arte, oficio o profesión. Asimismo, plantea que se refiere a un artificio para producir determinados efectos en el ilusionismo, en la fotografía o en la cinematografía. Sin embargo, al buscar la etimología del término en diccionarios de lengua Italiana, uno de sus significados predominantes se refiere a “Maquillaje”. Este uso del habla nos remite a un punto de partida, a la vez que metáfora, más comprensivo y reflexivo sobre un arte, oficio, modo de vida y -para algunos- profesión, que hoy nos convoca.
Para hablar de transformismo como manifestación o fenómeno sociocultural en la sociedad contemporánea, sin duda alguna podríamos partir desde la historia del teatro. Recordemos que en la Grecia clásica los actores solamente podían ser hombres, quienes interpretaban distintos personajes, incluidos mujeres, ancianos y niños. Más tarde, durante el apogeo del reinado de Isabel I en Inglaterra, y posteriormente, Jacobo I, podemos encontrar que las mujeres llegaron a representar roles masculinos, utilizando el disfraz como medio de equívoco y confusión, lo que también veremos en el denominado “Siglo de Oro” de la comedía española. Pero no desarrollaré esta vertiente de análisis del transformismo, más bien, me interesa indagar en el transformismo como expresión de la cultura Gay-Lésbico-Transexual (en adelante, GLT).
Hablar de transformismo nos conduce a la indagación de experiencias que dan cuenta de un sinnúmero de secretos ocultos en el maletín de quien ejerce el rol de transformista: un ritual de transformación, la idolatría hacia un ícono o personaje, un oficio del cual no existen manuales sino que se aprende en el competitivo mundo de la imitación, como así también, un camino bordado por las no tan brillantes lentejuelas de la creación de un personaje hecho para otros, el cual, muta según las necesidades de su público o se desdibuja, siendo despojado de sus colores, para ser reemplazado por la cotidianeidad luego de cada interpretación.
El “Truco” -denominación que da nombre a este proyecto- en la cultura GLT encierra uno de los secretos fundamentales del transformista y una de las incógnitas que más impugnan a la sociedad. El truco en la jerga GLT consiste precisamente en disfrazar la genitalidad que la naturaleza proporciona a un cuerpo masculino y en este ritual hace transitar una identidad masculina a una identidad femenina que nos puede resultar impactante, increíble, grotesca o incómoda, a la vez, o por separado.
Quien se transforma omite atributos de su masculinidad para exagerar lo femenino en una puesta en escena exagerada -parodia hiperbólica de género en las discusiones teóricas sobre el tema- que recurre a los imaginarios que nuestra sociedad ha constituido como propio de las corporeidades e identidad femenina: cánones de belleza contemporáneos, personajes que se han transformado en íconos de sensualidad en nuestra cultura a través del cine, la moda y la música popular, y que además nos hablan de lo que creemos “puramente” patrimonio de lo femenino. Esta es sólo una parte del texto completo que se encuentra en el libro.
Para hablar de transformismo como manifestación o fenómeno sociocultural en la sociedad contemporánea, sin duda alguna podríamos partir desde la historia del teatro. Recordemos que en la Grecia clásica los actores solamente podían ser hombres, quienes interpretaban distintos personajes, incluidos mujeres, ancianos y niños. Más tarde, durante el apogeo del reinado de Isabel I en Inglaterra, y posteriormente, Jacobo I, podemos encontrar que las mujeres llegaron a representar roles masculinos, utilizando el disfraz como medio de equívoco y confusión, lo que también veremos en el denominado “Siglo de Oro” de la comedía española. Pero no desarrollaré esta vertiente de análisis del transformismo, más bien, me interesa indagar en el transformismo como expresión de la cultura Gay-Lésbico-Transexual (en adelante, GLT).
Hablar de transformismo nos conduce a la indagación de experiencias que dan cuenta de un sinnúmero de secretos ocultos en el maletín de quien ejerce el rol de transformista: un ritual de transformación, la idolatría hacia un ícono o personaje, un oficio del cual no existen manuales sino que se aprende en el competitivo mundo de la imitación, como así también, un camino bordado por las no tan brillantes lentejuelas de la creación de un personaje hecho para otros, el cual, muta según las necesidades de su público o se desdibuja, siendo despojado de sus colores, para ser reemplazado por la cotidianeidad luego de cada interpretación.
El “Truco” -denominación que da nombre a este proyecto- en la cultura GLT encierra uno de los secretos fundamentales del transformista y una de las incógnitas que más impugnan a la sociedad. El truco en la jerga GLT consiste precisamente en disfrazar la genitalidad que la naturaleza proporciona a un cuerpo masculino y en este ritual hace transitar una identidad masculina a una identidad femenina que nos puede resultar impactante, increíble, grotesca o incómoda, a la vez, o por separado.
Quien se transforma omite atributos de su masculinidad para exagerar lo femenino en una puesta en escena exagerada -parodia hiperbólica de género en las discusiones teóricas sobre el tema- que recurre a los imaginarios que nuestra sociedad ha constituido como propio de las corporeidades e identidad femenina: cánones de belleza contemporáneos, personajes que se han transformado en íconos de sensualidad en nuestra cultura a través del cine, la moda y la música popular, y que además nos hablan de lo que creemos “puramente” patrimonio de lo femenino. Esta es sólo una parte del texto completo que se encuentra en el libro.