por Carlos Carpio L.
Fotógrafo
Hace ya un tiempo atrás conversaba con mi amigo y colega Michael, acerca de buscar nuevos, extraños y alternativos sujetos fotográficos para desarrollar una temática y ojala concluir con una exposición. Comenzamos a barajar variadas posibilidades del mundo bohemio y tránsfuga de las noches iquiqueñas. Evaluamos a los “carreteros extremos”, las prostitutas, los travestis y los “zombies” (1) y a los traficantillos de poca monta. A mí, en particular me llamaron la atención los travestis que merodean en calle Ramírez entre Bolívar y Serrano. Había podido observar durante bastante tiempo a este submundo. No obstante comencé a asomarme a estos ignotos territorios para quienes provenimos de la heterosexualidad, comenzaron a dispararse en mi una serie de mecanismos internos de censura y autodiscriminación; con eso ad-portas me pareció aún más interesante el tema.
A primera vista ellos están completamente producidas, un maquillaje delicado, ropa ajustada, sumado a una segura ingesta de hormonas que los hace evidentemente mas femeninas, siendo algunos de ellas estéticamente muy bellos, -a diferencia de antaño que eran muy toscos y feos- no pudiendo distinguir su verdadero sexo hasta que uno esta muy cerca. Recuerdo en especial una de ellos, que tenia un look muy llamativo desde la distancia, y más aún en la proximidad; era una mezcla de Naruto (2) y Barbarella (3) ; con una frondosa cabellera albina tipo punkie, delgado, con una minúscula minifalda blanca y unas largas botas también a juego.
Pasaron los días, cuando navegando por la web y saltando de link en link aterricé en uno de los blogs de Guillermo, “Flor de un día”, específicamente en el artículo llamado “Cristian de día e Isidora de noche”. Inmediatamente lo “meilié”, y comenzamos a confluir en intereses comunes respecto al tema. A Willy lo conozco desde mi adolescencia, además por ser vecinos en los albores de mi actividad fotográfica a fines de los setenta; habiendo realizado juntos varios ensayos fotográficos y en video. Así emigró mi interés hacia el ámbito de la dramaturgia y del espectáculo, comenzando a desarrollar juntos un proyecto que fuera “digerible” pero completamente innovador ante posibles fuentes de financiamiento.
Tomó forma la necesidad de descubrir el arte y alma del transformismo, donde definimos entrevistar y registrar este proceso de transformación (de hombre en mujer), lleno de trucos, en las personas de dos transgéneros históricos de Iquique y ocho transformistas del espectáculo nocturno y de las representaciones teatrales. Nos llamó la atención el hecho que el proceso de transformación puede tardar entre tres a cuatro horas, para sólo proyectarlo cinco minutos en las tablas del escenario.
Pese a que me considero totalmente liberal en relación a estos temas y a cualquier otro que tenga que ver con la libertad de opción de los seres humanos, (siendo soberanos de decidir lo que queramos que entre o salga de nuestros cuerpos); comenzaron a aparecer cuestionamientos como “¿y si me pillan o descubren algunos de mis conocidos?”, ¿y si piensan que estoy en las cotizaciones y transas propias del comercio sexual?, ¿y si reconocen mi vehiculo? (bastante fácil de reconocer para mis amistades) y etc. etc. etc. Así entre esas dudas y cuestionamientos, pude entablar algunas conversas con un par de ellos logrando llevar los diálogos fuera del ámbito del comercio carnal, sin lograr sin embargo, concretar ninguna sesión fotográfica.
Comencé a satisfacer mi voyerismo fotográfico, a asombrarme y a empapar de nuevas imágenes mis ojos y mis cámaras; a familiarizarme con nuevos aromas, a saturarme de olor a laca de pelo usada a mansalva como fijador de maquillaje, a nuevos sonidos, como el de la cinta adhesiva de embalaje apretando barrigas; los trasfondo de música reggaeton y trance, a conversas con timbres de voz y candencias propias de un “gaysismo” (4) desatado.
En definitiva creo que la sociedad chilena y la local, debemos hacernos cargo de la diversidad sexual y cultural, como de la dignidad de estas minoría tan discriminadas. Afortunadamente se han abierto nuevos espacios laborales y artísticos para quienes durante décadas hemos arrinconado a la prostitución como única posibilidad laboral y de ingresos económicos. Aún nos falta mucha tolerancia para aceptar que circulen a la luz del día o los veamos trabajando en algún Mall o de secretaria, vestidos como ellos son.
(1) Microtraficantes que se consumen la mercadería que venden y quedan “duros” hasta altas horas de la madrugada.
(2) Personaje del comic japonés caracterizado por un pelo blanco, proyectado como rayos.
(3) Película de Roger Vadin, década de los sesenta, protagonizada por Jane Fonda.
(4) Gaysismo: forma de hablar y gestionar demasiado amanerada, usada conscientemente por los gays entre sí.
A primera vista ellos están completamente producidas, un maquillaje delicado, ropa ajustada, sumado a una segura ingesta de hormonas que los hace evidentemente mas femeninas, siendo algunos de ellas estéticamente muy bellos, -a diferencia de antaño que eran muy toscos y feos- no pudiendo distinguir su verdadero sexo hasta que uno esta muy cerca. Recuerdo en especial una de ellos, que tenia un look muy llamativo desde la distancia, y más aún en la proximidad; era una mezcla de Naruto (2) y Barbarella (3) ; con una frondosa cabellera albina tipo punkie, delgado, con una minúscula minifalda blanca y unas largas botas también a juego.
Pasaron los días, cuando navegando por la web y saltando de link en link aterricé en uno de los blogs de Guillermo, “Flor de un día”, específicamente en el artículo llamado “Cristian de día e Isidora de noche”. Inmediatamente lo “meilié”, y comenzamos a confluir en intereses comunes respecto al tema. A Willy lo conozco desde mi adolescencia, además por ser vecinos en los albores de mi actividad fotográfica a fines de los setenta; habiendo realizado juntos varios ensayos fotográficos y en video. Así emigró mi interés hacia el ámbito de la dramaturgia y del espectáculo, comenzando a desarrollar juntos un proyecto que fuera “digerible” pero completamente innovador ante posibles fuentes de financiamiento.
Tomó forma la necesidad de descubrir el arte y alma del transformismo, donde definimos entrevistar y registrar este proceso de transformación (de hombre en mujer), lleno de trucos, en las personas de dos transgéneros históricos de Iquique y ocho transformistas del espectáculo nocturno y de las representaciones teatrales. Nos llamó la atención el hecho que el proceso de transformación puede tardar entre tres a cuatro horas, para sólo proyectarlo cinco minutos en las tablas del escenario.
Pese a que me considero totalmente liberal en relación a estos temas y a cualquier otro que tenga que ver con la libertad de opción de los seres humanos, (siendo soberanos de decidir lo que queramos que entre o salga de nuestros cuerpos); comenzaron a aparecer cuestionamientos como “¿y si me pillan o descubren algunos de mis conocidos?”, ¿y si piensan que estoy en las cotizaciones y transas propias del comercio sexual?, ¿y si reconocen mi vehiculo? (bastante fácil de reconocer para mis amistades) y etc. etc. etc. Así entre esas dudas y cuestionamientos, pude entablar algunas conversas con un par de ellos logrando llevar los diálogos fuera del ámbito del comercio carnal, sin lograr sin embargo, concretar ninguna sesión fotográfica.
Comencé a satisfacer mi voyerismo fotográfico, a asombrarme y a empapar de nuevas imágenes mis ojos y mis cámaras; a familiarizarme con nuevos aromas, a saturarme de olor a laca de pelo usada a mansalva como fijador de maquillaje, a nuevos sonidos, como el de la cinta adhesiva de embalaje apretando barrigas; los trasfondo de música reggaeton y trance, a conversas con timbres de voz y candencias propias de un “gaysismo” (4) desatado.
En definitiva creo que la sociedad chilena y la local, debemos hacernos cargo de la diversidad sexual y cultural, como de la dignidad de estas minoría tan discriminadas. Afortunadamente se han abierto nuevos espacios laborales y artísticos para quienes durante décadas hemos arrinconado a la prostitución como única posibilidad laboral y de ingresos económicos. Aún nos falta mucha tolerancia para aceptar que circulen a la luz del día o los veamos trabajando en algún Mall o de secretaria, vestidos como ellos son.
(1) Microtraficantes que se consumen la mercadería que venden y quedan “duros” hasta altas horas de la madrugada.
(2) Personaje del comic japonés caracterizado por un pelo blanco, proyectado como rayos.
(3) Película de Roger Vadin, década de los sesenta, protagonizada por Jane Fonda.
(4) Gaysismo: forma de hablar y gestionar demasiado amanerada, usada conscientemente por los gays entre sí.