por Patricio Rivera O.
Historiador y académico de las universidades
Historiador y académico de las universidades
Arturo Prat y Bolivariana de Iquique.
Desde la ciencias sociales y la historia las temáticas de las otredades sexuales o el “otro”, surge desde la época de Aristóteles, señalando la diferencia entre los seres humanos en caracteres de superiores e inferiores. Pero en el sentido del mismo sexo en este caso el masculino, los estudios de los homosexuales, han avanzado considerablemente en el siglo XX. Para Tzvetan Todorov (1) el otro debe ser sometido como inferior, porque se aleja del Bien. En este sentido, el Bien, aplicando a Todorov; es el comportamiento heterosexual, considerado como la moral perfecta del cristianismo medieval. Según Michel Foucault (2) el pecado y el deseo “se centra en la carne como eje de la estructura pecaminosa que oculta y castiga el deseo”, en una operación que el autor denomina hipótesis represiva (Michel Foucault,1976). Por tanto el sexo pasa a ser una norma y hasta es objeto del derecho considerando su lenguaje y literatura sexual como escandalosa. Tal vez por ello, el éxito del “doble sentido” de las palabras y de programas televisivos en sociedades como la chilena, censura histórica al tema de la sexualidad, por la impronta cristiana-católica barrocal, de América Latina. Además del sexo, la temática de la homosexualidad es desviada de la humanidad por la medicina y la psiquiatría que consideran a los homosexuales y lesbianas como perversiones sexuales, siendo observados, pauteados y perseguidos desde el Derecho. La homosexualidad era parte de la justicia penal como jurisdicción de un crimen contra natura, presente en Chile hasta el siglo XX. En términos sociales, la homosexualidad ha sido objeto de invisibilidad hasta la actualidad, a pesar de los avances de sociedades modernas que aún luchan por un reconocimiento -no sólo social-, sino jurídico, como el caso de uniones conyugales y tenencia de hijos. En Chile, el caso de la jueza Atala marcó un hito por la socialización de la temática lésbica. Pero esta conducta represiva no es histórica, si tenemos en cuenta que la homosexualidad era tolerada en épocas prístinas en el mundo Hélenico, estos llamados por lo romanos, como “griegos antiguos"(3), quienes reflejan una actitud amorosa por el cuerpo, en forma especial por el masculino. Un rasgo negativo de esta actitud, era que marginaba aquellos niños que estaban impedidos o eran poco atractivos, a menudo eran abandonados para que murieran o se ofrecían en sacrificio a los dioses. En esta sociedad de masculinización corpórea no era extraño que los hombres expresaran comentarios sobre el atractivo de otros hombres, -tal como hoy hacen las mujeres- En parte, esta razón por la fascinación física del sexo masculino era ampliamente tolerada por los hombres mayores -que ya habían tenido hijos- y en los jóvenes antes del matrimonio. (Blumenfeld y Raymond 1988: 155) Sin embargo, hoy y después de milenios del mundo helénico-romano, pasando por las homosexualidades toleradas en las amistades particulares de la época medieval, -que en ocasiones manifestaba ambigüedades en las conductas individuales y colectivas de los hombres-, se debe considerar que en nuestro Iquique (Chile) el caso es distinto. “Iquique tierra de campeones y de maricones” (¿eslogan?) es la frase que cada iquiqueño ha debido sufrir más de una vez en su ethos masculino, principalmente de sus rivales geográficos, -como los ariqueños- que aflora tanto en eventos deportivos, como en reuniones sociales. Ambas percepciones, -filtros de una realidad regional y localista-, ha dado la fuerte identidad de los nortinos con su territorio espacial, como es el desierto, la pampa y el mar, como con el medio mental. A modo de ejemplo, es el nacionalismo que se expresa cotidianamente en desfiles cívico-militares y cultos seculares: en Arica con el día 7 de junio y en Iquique con el 21 de mayo. En los dos casos, son cultos de masculinidad, la mujer es ocultada, es invisible; son gestas de hombres y de virilidad guerrera, por tanto, este factor de virilidad es manifiesto en la mentalidad nortina. A ello se agrega la virilidad de la gesta social con las faenas de la época salitrera y sus heroicidades, como la Matanza de la Escuela Santa María. Es más, hasta la Cantata de la Escuela de Santa María de Luis Advis, como señala Bernardo Guerrero (2007) “tiene un sesgo machista” en una de sus canciones, es el hombre quien convence a la mujer, -“Vamos partamos a la ciudad, no hay que dudar (…) confía ya vas a ver”-Además, las ocupaciones laborales del norte han sido primarias en términos económicos. Estas actividades extractivas, modelaron un nortino rudo que se impone a la naturaleza agreste y la conquista en términos espaciales y sociales, hasta la actualidad. El caso de la transformación de los faldeos de la cordillera de la costa de Iquique en una comuna, como Alto Hospicio, determina una conquista del espacio. En la historia del norte, aparecen trabajadores y labradores de cerros costeros, como los guaneros de los siglo XIX y XX, a ellos se agregan los trabajadores de las oficinas salitreras, más los tripulantes pesqueros del siglo XX y hoy los obreros especializados de las compañías mineras. El texto en su versión completa se encuentra en el libro. El texto en su versión completa se encuentra en el libro. (1) Torodov Tzvetan, (2003). La Conquista de América. El problema del otro (Trad. Flora Botton), Siglo XXI Editores, México.
(2) M. Foucault, (1976) Historia de la sexualidad I. La voluntad de saber. Siglo XXI Editores.
(3) Joseph Fontana, (1998) Europa ante el Espejo. Editorial Crítica. España.
(2) M. Foucault, (1976) Historia de la sexualidad I. La voluntad de saber. Siglo XXI Editores.
(3) Joseph Fontana, (1998) Europa ante el Espejo. Editorial Crítica. España.