Prólogo para vendar una herida

por Martín Marcou (1)

Cuando tenía diez años, con un amigo de la misma edad, saqueábamos el guardarropa de mi madre. Me crié en un diminuto pueblo de la Patagonia Argentina, situado en la zona Centro de la provincia de Santa Cruz. Las tardes se convertían en una fiesta, y la ausencia de mi progenitora, convertía mi casa con pisos de madera, en el terreno fértil para el show. Nos fabricábamos pelucas con sábanas, y volvíamos glamorosos los vestidos y polleras. Nos colocábamos medias color carne, escondíamos nuestros genitales entre las piernas, y los apretábamos con bombachas de la pequeña hermana de mi amigo. Nos maquillábamos como podíamos, y nos subíamos a los tacos que aparecían en el sótano, a veces viejos, a veces sin usar. Siempre taco aguja o botas, nunca zapatos bajos. Poníamos música en un grabador y hacíamos la mímica del tema elegido para la ocasión, actuando para un público imaginario, que nos ovacionaba, que nos pedía más, pero al que nunca le éramos indiferentes. Algunas de las presentaciones, después de algunos meses de perfeccionar nuestros esfuerzos por brillar, finalmente las hicimos frente a algunos niños del barrio, con repercusiones y reacciones diversas, pero siempre escondidos en la habitación de mi madre, con la puerta cerrada con llave, con adrenalina en el cuerpo y con el temor a ser descubiertos.

El tiempo pasó y las presentaciones se fueron volviendo esporádicas, hasta esfumarse. Dejamos de transformarnos o nos transformamos en otra cosa. La vida, el peso de los años y de mi historia me convirtieron en un actor y director de teatro. Mi amigo se quedó en el pueblo, y mutó en travesti.

De ese tiempo me queda el olor que se desprendía de la ropa. Los estallidos de música y color en el ambiente. La alegría infantil de lo espontáneo, natural, rico e inmenso del descubrir con mirada de niño, y el impacto del miedo a pensar que estaba haciendo algo que podría condenarme. Ponerme ropa de otro sexo y jugar a ser distintas mujeres, era un acontecimiento íntimo, espiritual, y sanador. ( Es sólo una parte del texto original)

1.- Martín Marcou, argentino, es actor y director de teatro y cine. Sus propuestas teatrales y de dramaturgia están centradas en temáticas de género. Creador y gestor cultural argentino comprometido con las “minorías” ha estado dos veces en Iquique en el marco del Festival de Teatro y Danza Findaz (2007-2008) con propuestas teatrales que pone en valor al ser humano como tal. http://www.portaldedramaturgos.com.ar/martinmarcou