La felicidad está en uno mismo, no hay que buscarla al final del arco iris o más allá del sol como la niña del Mago de Oz. Con esta visión de vida fuimos armando El Truco, la exposición fotográfica y el libro, donde cada aporte, cada sesión fotográfica era una alegría más, que iba cerrando círculos con las intervenciones, reflexiones y aportes de amigos incentivados en el tema, desconocidos para algunos, muy cercanos para otros. Las experiencias de vida, sus relatos -mientras se transformaban- iban evidenciando realidades que unas con otras -muy similares y muy distintas- conjugaban muy bien con la teoría, donde cada artículo se entrelazaba con el otro, como eslabones de una cadena: Santiago, Buenos Aires, Iquique, Barcelona. Esta experiencia de concretar y poner en valor el arte del trnasformismo, tambien ha sido útil en la construcción social de la sexualidad, para adentrarnos en los recursos y trucos de la intimidad de un camarín. Pero lo más valioso -como aporte a la psicología y a la educación- fue descubrir que estos niños no tuvieron temor a seguir jugando, y que juegan como ellos querían jugar.